Falsos perjuicios

FZSSSSSSsssssssssssssss........... TOCcc.
Había oído ese sonido cinco mil veces, pero una vez más, la flecha había vuelto a desviarse. A un metro del blanco, a la derecha, hubiera podido confundirse con una de las ramas de un joven alcornoque, donde quedó clavada.
-No he podido lanzar mejor. Es imposible templar más el arco, controlar mejor la tensión en la espalda, perfeccionar la posición... no me lo explico... debería desistir... sólo una vez más- pensó, mientras se colocaba para probar de nuevo.
Con una maestría increíble y como siempre, tomó la nueva flecha (una más), apretó la empuñadura, dirigió su cabeza hacia el blanco y, con velocidad pausada y uniforme, elevó el arco...
A saber qué fué lo que ocurrió justo en aquel instante. Digo justo, porque realmente... se hizo justicia. Sea lo que fuere aquello que obró en él, le hizo anclar la flecha bajo la mandíbula, en lugar de hacerlo bajo el pómulo. Tensó, apuntó y soltó... y aunque ya no manejaba el tiro en absoluto, continuó apuntando mentalmente, hasta que la flecha llegó a su real destino (esta vez sí). Se incrustó en él, como nunca antes lo había hecho y como sin duda, seguiría haciéndolo a partir de aquel momento...
Tras unos segundos de jubilosa alegría, un crujido estrepitoso quebró el silencio. Afortunadamente, pudo percatarse con la suficiente rapidez, de que nada menos que un árbol se le venía encima, y por poco -por muy poco-, logró esquivarlo...
-¡¡¡ Válgame Dios... el alcornoque !!!-
Indudablemente, fue su terco empeño, disfrazado de cinco mil flechas, lo que llegó a talar (literalmente) aquel árbol...
...y con el árbol, gracias a su obstinada perseverancia, también se derrumbó su desacertada estructura mental de frondoso ramaje, formada por todos y cada uno de los falsos perjuicios de su estrabismo...
...acababa de medir la distancia, antes inexistente, entre su defecto visual y sus verdaderas limitaciones.
Persevera y nunca te subestimes.