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domingo, 8 de septiembre de 2013

Razón de ser


En muchas ocasiones, he sentido la necesidad de hacer algo realmente útil.
En casi todas, acabo indagando los motivos de tal necesidad... y esta desaparece.
Entonces, le sigue un sosiego inconmensurable...

miércoles, 24 de abril de 2013

Yo, víctima


"Casi cada ego contiene algún elemento de lo que podríamos llamar 'identidad de víctima'. La imagen de víctimas que algunas personas tienen de sí mismas es tan fuerte que se convierte en el núcleo central de su ego. El resentimiento y los agravios forman parte esencial de su sentido del yo.

Aunque tus agravios estén completamente 'justificados', te has construido una identidad de víctima que se parece mucho a una prisión cuyos barrotes están hechos de formas mentales.

Mira lo que te estás haciendo a ti mismo o, más bien, lo que te está haciendo tu mente.

Siente tu apego emocional por tu historia de víctima y date cuenta de la tendencia compulsiva a pensar o hablar de ella.

Mantente presente como testigo de tu estado interno.

No tienes que hacer nada. Con la conciencia vienen la transformación y la libertad."

Eckhart Tolle - "El silencio habla"

miércoles, 20 de marzo de 2013

En órbita


Puesto que me encuentro en órbita y sin embargo lo sé, continúo dándole vueltas al tema que considero más trascendental y que, sin embargo, lo es.
.. .  .    .
Normalmente utilizo métodos indirectos de expresión, como fábulas y otras fruslerías, pero a decir verdad, ya me estoy hartando.
.. .  .    .
Pregúntale a tu mente si tiene un rato para 'malgastarlo' leyendo estupideces. Tal vez te diga que sí, por cortesía. Al menos luego, le podrás argumentar que se lo advertiste... y quién sabe, porque igual hasta te deja hacer el silencio, poner la musiquita y respirar profundamente entre párrafo y párrafo...
.. .  .    .
Comenzaré por decir que me parece muy curioso el movimiento ondulatorio de los estados de ánimo, pero aún me lo parece más, la indiferencia de la mayoría de la gente por comprender los procesos reales involucrados en este vaivén, más allá de tratar de cambiar los factores externos aparentemente responsables o alejarse de ellos.
.. .  .    .
Si bien tales factores externos podrían ser considerados en buena medida como desencadenantes del sufrimiento psicológico, a menudo son ignorados los filtros mentales a los que sometemos nuestras percepciones y experiencias del mundo en el que vivimos.
.. .  .    .
Tanto es así, que nuestro control mental, cuando verdaderamente existe, se limita a buscar el modo de prolongar los momentos de satisfacción y a reducir en lo posible las penurias e incomodidades que sentimos.
.. .  .    .
Error mayúsculo, como ninguno.
.. .  .    .
Para que se me entienda, me vas a permitir que compare al ser humano con una olla con patas, repleta de pólvora y metralla, de la que se desprende una mecha atada al suelo.
.. .  .    .
Huimos del fuego, y procuramos frecuentar humedales donde no se prenda la pólvora, e incluso a veces pagamos a otros para que nos lleven de la mano allá donde se encuentran (donde están hoy, que no mañana). Y sin embargo, en cada nuevo desplazamiento, la mecha se torna más y más larga...
.. .  .    .
Es justo aquí donde surge el concepto de inmovilidad...
.. .  .    .
Y no me resulta menos curiosa la reacción de espanto de nuestra mente, cuando consideramos esa inmovilidad como opción válida.
.. .  .    .
Eres inteligente... ¿recuerdas?
.. .  .    .
Pero NO en tu propio beneficio.
.. .  .    .
¿A qué beneficio me refiero entonces?
.. .  .    .
Depende de a quién me dirijo cuando hablo de ti...
.. .  .    .
Os pido a vos que me permitan otro símil para entrar en calor, que se arraigue a sus entrañas...
.. .  .    .
Resulta ahora que tu mente es un satélite posicionado en cierta órbita, alrededor de la tierra. Tú tienes los pies en el suelo, al menos, literalmente hablando. Tu satélite ha sido diseñado para acaparar la mayor cantidad de información posible y para ello, dispone de propulsores de posicionamiento, de forma que le permitan situarse en zonas de visibilidad.
.. .  .    .
Y es aquí donde surge el problema, porque los espacios de mayor cobertura no están siempre en el mismo lugar...
.. .  .    .
Para ello, el satélite acelera y frena a su antojo, en pro de satisfacer su objetivo. 
.. .  .    .
Cuando acelera, alcanza más rápidamente las zonas hábiles pero igualmente, con más rapidez las abandona, al tiempo que la fuerza centrípeta generada le distancia más y más de la tierra, allá adonde sólo llegan los ecos de los ecos de los conceptos que una vez brotaron de alguna que otra percepción verdadera... 
.. .  .    .
Por contra, también puede frenar... Ni que decir tiene, que así se reduce su margen de maniobra y para colmo, al descender, se acerca irremediablemente a lo que más teme... su propia aniquilación.
.. .  .    .
¿Qué alternativa queda?
.. .  .    .
Ninguna, sobre todo cuando sigues ignorando el 'modus operandi' de tu masa gris, cuando te sientes mente, cuando crees orbitar libremente y por ende, piensas con la mente que el control es tuyo...
.. .  .    .
Por desgracia, somos (o al menos lo es aquello que creemos ser), demasiado inteligentes para comprender esto.
.......... .......... ..... ..... .... ... .. . . . .  . .  . .  .  . .  .  .  . .  .  .   .  .   .    .    .     .     .        .     .           .              .

lunes, 4 de marzo de 2013

Perseverancia


«Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?’. Pero él le respondió: ‘Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas’».

Lc 13, 1-9

domingo, 24 de junio de 2012

Por bulerías


"No puedo creer que pueda llegar a un punto en el que esté completamente libre de mis problemas.

Tiene razón. No puede alcanzar nunca ese punto porque está ahora en él.

(...)

Use sus sentidos plenamente.

Esté donde está.

Mire a su alrededor.

Mire solamente, no interprete.

Vea la luz, las formas, los colores, las texturas.

Sea consciente del espacio que permite que todo sea.

Escuche los sonidos; no los juzgue.

Escuche el silencio que hay bajo los sonidos.

Toque algo -cualquier cosa- y sienta y reconozca su Ser.

Observe el ritmo de su respiración, sienta el aire que fluye hacia adentro y hacia fuera, sienta la energía de la vida dentro de su cuerpo.

Permita la condición de ser de todas las cosas.

Avance profundamente al Ahora.

Usted está dejando atrás el mundo mortal de la abstracción mental, del tiempo.

Usted está librándose de la mente loca que le drena la energía vital, y que está envenenando y destruyendo lentamente la Tierra.

Usted está despertando del sueño del tiempo al presente."

Eckhart Tolle - "El poder del ahora"

viernes, 8 de junio de 2012

El confín de los sueños (Rep.)

Ocaso sobre el Castillo de Sancti-Petri (Chiclana de la Frontera)


Cuando creí haber despertado, me encontraba entre corales marinos de lunares bermejos, rodeado de exóticos lagartos.

Tal vez -pensé- me haya detenido en la frontera entre el sueño y la vigilia...

Aquellas prehistóricas criaturas parecían vacilar entre continuar acosándome o regresar a la balaustrada del huerto de tomateras en el que habíamos estado el día anterior, al atardecer.

El sol, sin embargo, parecía firme en la elección de su vestimenta habitual para el descenso:

Su descomunal belleza no podía ser superada, ni siquiera en sueños...

martes, 21 de febrero de 2012

Mas allá del pensamiento



"Sólo mediante la quietud interior tienes acceso al reino de quietud en el que habitan las rocas, las plantas y los animales.

Sólo cuando tu mente ruidosa se queda en silencio puedes conectar profundamente con la naturaleza y sanar la separación creada por el exceso de pensamiento.

Pensar es una etapa en la evolución de la vida.

La naturaleza existe en una quietud inocente que es anterior a la aparición del pensamiento.

El árbol, la flor, el pájaro o la roca no son conscientes de su propia belleza y santidad. Cuando los seres humanos se aquietan, van más allá del pensamiento. La quietud que está más allá del pensamiento contiene una dimensión añadida de conocimiento, de conciencia.

La naturaleza puede llevarte a la quietud. Ese es su regalo para ti.

Cuando percibes la naturaleza y te unes a ella en el campo de quietud, éste se llena de tu conciencia. Ese es tu regalo a la naturaleza.

A través de ti, la naturaleza toma conciencia de sí misma. Es como si la naturaleza te hubiera estado esperando durante millones de años."

Eckhart Tolle - "El silencio habla"

viernes, 17 de febrero de 2012

La planta que tienes en casa...

Mi maestra

"La planta que tienes en casa..., ¿la has mirado detenidamente alguna vez?
¿Has permitido que ese ser familiar pero misterioso que llamamos planta te enseñe sus secretos? ¿Te has dado cuenta de lo pacífica que es, de que está rodeada de un campo de quietud?
En el momento en que te das cuenta de la quietud y de la paz que emana, esa planta se convierte en tu maestra."

Eckhart Tolle - "El silencio habla"

martes, 14 de febrero de 2012

Escombros de crecimiento (3ª Rep.)

Ruinas del poblado de Sancti-Petri (Chiclana de la Frontera)

A ti, compañero infatigable y eterno, sombra de mi sombra, cumbre de la autosuficiencia, comediante absoluto del relativismo...

A ti, que deambulas escondido entre rincones de fronteras semiquebradas y duermes despierto detrás de un pelo; alimentas tu astucia de los escombros de mi superación, y osas oler a podrido, si con ello aparentas estar muerto.

A ti, aquel que, únicamente para ser más, se proclama extraño y singular, generoso y humilde, víctima y enfermo; abandonado, para sentirse único; para no ser creado, fruto de la nada; uno más, para añadirse el signo...

A ti me dirijo, y no olvides ésta, mi máxima, que no la olvidaré yo, para no perderte el rastro:

No te he aniquilado, no has muerto, y jamás voy a poder contigo...

...que a cambio acallaré por siempre aquellos ecos de arrogancia, poder y sabiduría maltrecha, que resuenan galopantes e interminables en este vasto espacio de mi conciencia, ahora dilatado...

...y no me cuentes más de mis anhelos, mis carencias, ni siquiera de mis grandezas, no quiero oirte hablar de Dios, de su ausencia...

...que sólo queda creer ciegamente 'en' aquel que demostró con hechos...

...haberte derrotado.


A mi ego.


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viernes, 10 de febrero de 2012

Cómodo en el desconocimiento


"Cuando aceptas plenamente que no sabes, renuncias a esforzarte por encontrar respuestas con la mente pensante y limitada, y es entonces cuando una inteligencia mayor puede operar a través de ti. En ese instante, hasta el pensamiento puede beneficiarse, porque la inteligencia mayor puede fluir a él e inspirarlo.

A veces, rendición significa renunciar a tratar de comprender y sentirse cómodo en el desconocimiento."

Eckhart Tolle - "El silencio habla"

martes, 7 de febrero de 2012

Círculos


Cuando descubres que no has ido jamás a ningún sitio, aún caminas unos pasos más antes de detenerte.

Es el desasosiego el que te inmoviliza, inicialmente. Después, en contra de los cambios de dirección habituales tras la consecución de metas estériles, te rindes.

Es como morir congelado sobre un glaciar abominable de dimensiones eternas, tras haber caminado en círculos, bordeando cortantes y profundos filos de hielo que caen hacia el infinito, creyendo ir más allá de cualquier lugar que hayas pisado antes.

Pero al igual que morir de frío resulta placentero a juzgar por aquellos que lo contaron, ver mis propias huellas por delante de mí resulta, a la vez que confuso, revelador.

Revela que no soy nada especial, más allá de lo que cualquier ser humano es.

Revela que ralentizar el paso, es la mejor forma de ganar tiempo.

Revela que nuestra mente sólo hace círculos, que creerlo o no es cuestión de magnitudes y distanciamiento, hasta el punto de que cualquier rectitud aparente sólo puede reflejar estrechez de miras en el mismo plano donde se elaboran las inquietudes de la vida.

Revela que, a más grande el proyecto y el itinerario, contratiempo mayor.

Es preciso morir allá, en el firme convencimiento de pisar huellas antiguas, para observar la inaudita orquestación geométrica de andares, míos y de mis semejantes, más elocuentes si cabe, cuanto más amplia y lejana es la mirada.

Sea al menos, lo suficiente, como para comprender que todo lugar es punto de partida, y a su vez, punto de llegada.


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viernes, 3 de febrero de 2012

Yo, el gran creador de conflictos


"Cuando camines o descanses en la naturaleza, honra ese reino permaneciendo allí plenamente.

Serénate.

Mira.

Escucha.

Observa cómo cada planta y animal son completamente ellos mismos. A diferencia de los humanos, no están divididos en dos. Ni viven a través de imágenes mentales de sí mismos, por eso no tienen que preocuparse de proteger y potenciar esas imágenes.

El ciervo es él mismo.

El narciso es él mismo.

Todas las cosas naturales, además de estar unificadas consigo mismas, están unificadas con la totalidad. No se han apartado del entramado de la totalidad reclamando una existencia separada; "yo" y el resto del universo.

La contemplación de la naturaleza puede liberarte del "yo", el gran creador de conflictos.

Percibe los múltiples sonidos sutiles de la naturaleza; el susurro de las hojas al viento, la caída de las gotas de lluvia, el zumbido de un insecto, la primera canción del pájaro al amanecer.

Entrégate completamente al acto de escuchar.

Mas allá de los sonidos, hay algo mayor: una sacralidad que no puede ser comprendida a través del pensamiento."

Eckhart Tolle - "El silencio habla"

martes, 31 de enero de 2012

Irreversibilidad


A veces me pregunto…

¿Qué supone ‘acertar’ para una mente que no sabe lo que quiere?
¿Cual es la ‘senda correcta’ para aquel que sólo sabe caminar en círculos?
¿Qué puede satisfacer al que sostiene deseos contradictorios?
¿Cómo es posible tener suerte así, si las cosas suceden conforme a los propósitos?
¿Cómo no tenerla, ante el fracaso de las expectativas?
¿Merece algún crédito todo sueño que no sea seguir soñando o dejar de hacerlo?

Tras el balbuceo mental, cual travesura de un niño, sólo cabe sonreír, y la respuesta surge a modo de cuestión irracional, desde donde cuelgan un sin fin de palabras inconexas hasta el horizonte, sin sentido…

¿Hay vuelta atrás para tal descubrimiento?

Ante el cerco de la incansable rueda de la razón, madrigal de anhelos, y el desvelo de su inercia de millones de milenios, la mente se expande hasta ridiculizar el pensamiento.
Con eso basta.

Y sonrío de nuevo…


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martes, 24 de enero de 2012

Una piedra más



Quiso el destino hostigarme con una enfermedad crónica de las leves y a la vez molestas, aunque tengo que decir también que tuvo después el detalle de invitarme al quirófano, todo un privilegio en los tiempos que corren.
El objetivo, paliar una creciente obstrucción nasal.
El resultado, no del todo satisfactorio... por fortuna para mí.
Quiso además el destino que yo brotara donde crecen los cardos marinos, donde la tierra seca tiene los metros contados antes de sumergirse en el mar, cuya blanca espuma besa a las rocas y las abraza apasionadamente.
Y deseó también la providencia que la sal fuese remedio milagroso de muchas dolencias, incluida la mía.
Allá acudo obstinado cada siete ocasos, visibles o invisibles, botella en mano, para pedir prestado tan sólo una muestra del precioso elemento.
Entre dunas y acantilados, agradezco esta segunda oportunidad que se me brinda, de ser, por unos instantes, una piedra más entre las piedras; y mi botella se colma de sal líquida, de besos y de abrazos...

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sábado, 24 de diciembre de 2011

El mayor de mis deseos



Deseo...

Que vuestro primer deseo
sea la paz atemporal,
la humildad,
la utilidad del sufrimiento que florece ante vuestros ojos,
y la vigilancia permanente sobre el resto de deseos...

...y que además éste...

...se cumpla.



¿Se puede pedir algo mejor?



Buscador de buscadores
os desea una Feliz Navidad
y un introspectivo año nuevo.

viernes, 16 de septiembre de 2011

El descosido


No existe nada más falso que tu propia mente.

Sí, así es. Procuraré explicártelo para que no lo entiendas.

Hasta que no rompes tu identificación con ella, eres incapaz de reconocer esta gran verdad, y aceptarla… y ‘triceversa’.

Aceptación y ruptura van de la mano, pues una conduce a la otra. Ambas se complementan.

En el vasto entramado mental, ningún descosido se abre si no existe previamente como tal, si antes no se produce el desgarro de un primer hilo. Y una vez que surge el agujero, la luz que emana a su través alumbra las fauces del engaño: ese monstruo parlanchín que se nos ha dado a conocer a través de sus propias descripciones sobre sí mismo y que nos mostrará el mundo según sus propios intereses (pasado y futuro).

Y ante la ceguera del destello, ante el desconcierto de lo que parece ‘no ser’, tu voluntad sigue siendo su voluntad, a no ser que percibas el silencio que brota del abismo tras la conciencia deshilachada, la quietud de la que nacen sus palabras.

Ante el sufrimiento, tu mente se apresurará a poner siempre en tus manos las mismas herramientas: hilo y aguja. En cambio, en los momentos plácidos, os regocijaréis por el mayor tiempo posible de la perfección y fortaleza de la costura realizada. Seréis uno, ante la imposibilidad de repartiros la autoría de tales proezas.

Para comprender con palabras, es preciso no comprender… tal vez con frases inconclusas cuyo razonamiento muere, necesariamente.

Aquí y Ahora es donde la mente calla, pierde el control y te lo cede a ti.

Dulces o salados, no son más que condimentos del mismo alimento que la sustenta.

Siendo lo más simple, es lo más difícil.

Control para observar sin más, o para volverlo a perder.

¿Vivir al máximo el presente? No. Permanecer conscientes es suficiente.

¿Utilidad? ¿Propósito? ¿Sentido de la vida? Por favor, déjale hablar (aceptación), pero no ignores su naturaleza y cuanto se distancia de ti (ruptura): identifica el parloteo a la luz del abismo tras el agujero… y responderás a estas preguntas y/o el por qué te las planteas (o incluso el por qué no aceptas que te las planteas), el por qué te interesa todo esto, (o el por qué presientes que en el fondo no te importa lo más mínimo), el por qué es tan vital, (o el por qué lo niegas)…

Tus únicas opciones son coser, o sentarte a mirar cómo se agranda el descosido, justo cuando lo observas.

No harás nada más trascendente en tu vida que una de estas dos cosas.


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jueves, 1 de septiembre de 2011

Golpe de sabiduría (o La mirada albina) (Reposición)

Castillo de Olvera

Un vistoso ramo de flores golpeó con la fuerza precisa el féretro de aquel cadáver aún caliente, segundos antes de desaparecer bajo una espesa capa de arena. Los asistentes al sepelio, habían comenzado a retirarse tras la originalidad de las primeras paladas. Finalmente, terminaron por dejar en solitario al enterrador y a otros dos individuos que, como estacas, permanecían inmóviles al borde de la fosa, bajo una sombra interminable que se extendía hasta el infinito.

Un cruce de miradas húmedas entre ambos, colmadas de comprensión, dió luz verde a un abrazo efusivo de tal vigorosidad, que pareció ser el último, y tras mostrarse mutuamente las espaldas, tomaron caminos opuestos.

La trascendencia de este relato, llevó a nuestro nuevo protagonista a adentrarse aún más en el cementerio, hasta su centro. En este cometido, sólo tuvo que caminar hacia delante entre infinidad de sepulcros, cuya antigüedad parecía crecer varios años en cada paso. Sin salirse jamás de una franja sombreada de varios metros de ancho que le servía de guía, terminó justo a los pies de su destino: una torre de altura ilimitada, que no sólo rasgaba el suelo con su sombra, sino también el cielo, hasta el cenit.

A escasa distancia de aquella soberbia y extraña construcción, permaneció un rato inmóvil, intentando identificar bajo sus pies los restos de las tumbas milenarias que rodeaban en espiral su planta circular. Estas, ante su estupor, parecían exhalar cierto olor nauseabundo, en un suelo arenoso especialmente irregular en esta zona, donde adquiría un tono cobrizo.

Absorto ante tanto desconcierto, alzó la mirada a la torre. En su cara oscura, era incapaz de apreciar detalle alguno, salvo el leve contraste del hueco de entrada y su inminente escalera de caracol que ascendía casi desde fuera, como si cualquier desplazamiento horizontal estuviese prohibido en su interior.

Aún sin haberlo decidido, entró, y comenzó a subir...

La exagerada inclinación, tosquedad y vulgaridad en suma de aquella escalera de piedra, estuvo a punto de acabar, en pocos minutos, con toda la emoción contenida durante el acercamiento y acceso a aquella edificación tan arcaica, de no ser, por el atractivo y a la vez tétrico paisaje, que una ventana de arco en semicírculo y tupida reja cuadricular situada cada cinco cuartos de vuelta, mostraba ante sus ojos.

Aunque jamás había sentido tanta soledad como en aquel instante, pensó en el continuo flujo de personas que debía transitar habitualmente por aquella zona baja de la torre, por la infinidad de huellas que modelaban el barro atrapado en la porosidad de la piedra que pisaba.

Así permaneció, subiendo sin parar durante más de una hora, hasta divisar, ya al límite de sus fuerzas, un detalle que le sobresaltó.

Una ventana, similar a todas las anteriores por las que había pasado, carecía de reja. Tal vez, pensó, asomándose lateralmente, la explicación estuviera en la posición sobre el muro exterior, aproximadamente a medio metro del hueco, de una vieja campana de tamaño mediano de la que colgaba un trozo de cuerda, deshilachado en su extremo por el uso, y al que podría acceder si se inclinaba lo suficiente.

En el borde inferior de la campana y orientada hacia la ventana, pudo apreciar, no sin cierta dificultad, ilusoria a la luz de su creciente inquietud y sed de nuevos estímulos, una inscripción labrada en el metal, que llegó a comprender rápidamente y que le mantuvo extasiado durante unos minutos.

El pequeño descanso, motivado por el hallazgo de aquella novedad irrelevante en apariencia, y las sorprendentes vistas que a tal altura podía divisar, incluida la porción de suelo más cercana a la torre al carecer de obstáculos en la ventana, le aportaron la fuerza física y moral suficiente para continuar el ascenso.

A pesar de que aquella interminable escalera circular no se interrumpía al pasar junto a esta ventana tan singular, ni con otras similares que encontró más adelante, estas paradas constituyeron para él verdaderos puntos de inflexión, en los que no faltaba un manuscrito alentador, al pie de una campana cada vez más voluminosa.

El enunciado que encontraba, siempre añadía alguna novedad a los anteriores, cuya interpretación se relacionaba directamente con las posibilidades de comprensión del nuevo. Era como si dialogasen entre ellos.

Y así, subiendo y subiendo por aquella escalera, cada vez más limpia y ajena al trasiego humano, llegó a agotar todas las horas del día, en las que pudo observar, cada cinco vueltas, cómo la sombra eterna de la torre se arrastraba barriendo el horizonte. En el lado opuesto, un sol ralentizado, embrujado ante la perseverante locura de sus pies, protagonizaba el ocaso más largo de su vida...

Llegada la oscuridad más absoluta de la noche, el adiestramiento había sido tal, que aún podía caminar mejor y más rápido. Aunque llegó a temer por la posibilidad de que algún cambio estructural en el camino le hiciese tropezar y caer, o lo que él consideraba peor, que la falta de luz hiciese ininteligibles las inscripciones que iba encontrando a su paso, se sorprendió al descubrir que éstas, emanaban luz por sí mismas, y le otorgaban la valentía suficiente para seguir caminando... incluso a ciegas.

Al amanecer, cuando las sombras aún se esparcían por igual en todo el cementerio, y ante la absoluta indiferencia de sus piernas que seguían con su trabajo, pudo apreciar tras una reja, con una mirada acertada y fugaz, la figura lejana del enterrador ocupado en sus labores junto a una carreta.

Muy pronto, la oscuridad se cobijaría bajo el amparo de la torre, para comenzar a desfilar por toda aquella extensión de terreno, de izquierda a derecha. A estas alturas, aquel extraño campanario, una apreciada intuición y su propio esfuerzo, le habían aportado justo lo imprescindible para continuar allí y seguir subiendo...

Superó tantos escalones como reproches podía tolerar la solidez de sus principios, y una vez más, colmado de ilusión, se asomó lateralmente por otro hueco de ventana. En la base de una enorme campana cogada de una robusta viga de madera por el exterior del muro, fue a toparse con una inscripción que, por primera vez, no alcanzaba a comprender.

-No es para mí- pensó.

En aquel momento, los cimientos sobre los que sustentaba su gozo, cayeron como una torre de naipes, y permaneció cabizbajo y reflexivo, en un intenso enfrentamiento consigo mismo.

Al cabo de un buen rato de permanecer allí, inmóvil, y ante su asombro, una alegría inigualable que sólo él podría describir, inundó su ser. Afortunadamente descubrió, que la sinrazón de aquellas palabras inconexas constituían la última pieza que faltaba en el puzzle de su propio entendimiento, y éste, en su conjunto, obró el milagro...

Un toque grave y pausado de campana resonó en varias millas a la redonda.

Aunque queda abierto a la interpretación del lector en qué instante de este relato la vida habitó el cuerpo de este individuo y en qué momento lo abandonó, he de decir que tardó nada menos que un minuto en llegar al suelo, y que el golpe resultó notable entre los suyos y, por su virulencia, digno de ser recordado.

Fue el propio sonido del impacto el que acabó con el descanso de dos bueyes que, atados a una carreta y adiestrados para la ocasión, sólo tuvieron que andar unos pasos para situarse junto al desconcierto de aquel organismo inerte. Con total indiferencia y con el mismo trato que le hubiese dado en vida, el enterrador tomó el cuerpo y lo arrastró hasta la carreta.

Aquel tipo desconocido, de astutos andares curvos, aunque rectos en apariencia, aún tenía por delante un buen trecho que caminar por la alfombra oscura, hasta llegar a su destino. Bajo un sol de justicia, y al pie de una fosa cavada en el crepúsculo de la mañana, aguardaba ya una multitud que había sido atraída por el toque funerario.

Pronto llegaría el enterrador... y la interminable sombra.

Una vez iniciada la marcha y tras acuciar a golpe de vara a uno de los bueyes, dirigió la mirada hacia atrás. Con una sonrisa burlona y exhibiendo unos ojos extremadamente claros, casi blancos, pudo leer aún a cierta distancia y en la penumbra, una frase tallada en piedra, sobre el hueco de acceso a la torre.

Traducida desde la oscuridad, decía lo siguiente:

"El hombre muere cuando más sabe"


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El domador de estrellas
El ojo de cristal
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Embudo temporal
A contraluz
La sonrisa invertida
La acusación particular
Brotes de sinceridad
La elección

(Todos los relatos)

viernes, 19 de agosto de 2011

La pérdida del ahora: el engaño fundamental

La mirada del ocaso - Playa de la Barrosa (Chiclana)


"Incluso si acepto completamente que en últimas el tiempo es una ilusión ¿qué diferencia va a causar esto en mi vida? Aún tengo que vivir en un mundo que está completamente dominado por el tiempo.

La aceptación intelectual es simplemente otra creencia y no cambiará mucho su vida. Para realizar esta verdad, usted tiene que vivirla. Cuando cada célula de su cuerpo esté tan presente que se sienta vibrar con la vida, y cuando usted pueda sentir en cada momento de la vida la alegría del Ser, entonces puede decirse que usted está libre del tiempo.

Pero todavía tengo que pagar las cuentas mañana, y me volveré viejo y moriré como los demás. ¿Cómo puedo decir que estoy libre del tiempo?

Las cuentas de mañana no son el problema. La disolución del cuerpo físico no es un problema.

El problema es la pérdida del Ahora, o más bien: el engaño central que convierte una mera situación, evento o emoción en un problema personal y en sufrimiento.

La pérdida del ahora es la pérdida del Ser.

Ser libre del tiempo es ser libre de la necesidad psicológica del pasado para su identidad y del futuro para su realización. Representa la transformación más profunda de la conciencia que usted pueda imaginar. En algunos casos raros, este cambio en la conciencia ocurre dramática y radicalmente, de una vez por todas. Cuando ocurre, generalmente viene por medio de una rendición total en medio de sufrimiento intenso.

La mayor parte de las personas, sin embargo, tiene que trabajar en ello.

Cuando usted ha tenido los primeros atisbos del estado intemporal de conciencia, comienza a avanzar y retroceder entre las dimensiones del tiempo y la presencia. Primero se vuelve consciente de cuán raramente su atención está realmente en el Ahora. Pero saber que no está presente es un gran éxito: este reconocimiento es presencia, incluso si inicialmente sólo dura un par de segundos del tiempo de reloj y se pierde de nuevo.

Después, con frecuencia creciente, usted escoge tener la atención de su conciencia en el presente, más que en el pasado o en el futuro y cada vez que se da cuenta de que había perdido el Ahora, puede permanecer en él, no por un par de segundos sino por periodos más largos percibidos desde la perspectiva externa del tiempo del reloj.

Así que antes de estar establecido firmemente en el estado de presencia, es decir antes de ser completamente consciente, usted fluctúa por un tiempo entre la conciencia y la inconsciencia, entre el estado de presencia y el de identificación con la mente.

Usted pierde el Ahora y vuelve a él, una y otra vez.

Eventualmente, la presencia se vuelve su estado predominante.

Para la mayor parte de las personas, la presencia no se experimenta nunca o sólo accidental y brevemente en escasas ocasiones, sin ser reconocida como lo que es. La mayoría de los seres humanos alternan, no entre conciencia e inconsciencia sino sólo entre distintos niveles de inconsciencia."


Eckhart Tolle - "El poder del ahora"

lunes, 4 de julio de 2011

La acusación particular



Cuando por fin puso los pies en la calle, ya había perdido la noción del tiempo, y extraviado incluso el olvido de su verdadera identidad.

– Debe ser el año más corto jamás visto – Pensó, mientras avanzaba a duras penas entre una variada muchedumbre que, aunque sólo fuese colectivamente, parecía dirigirse hacia algún sitio. Ajenos a todo en un rincón, unos niños amontonaban la poca nieve que aún podían rescatar bajo una colorida capa de papelillos de carnaval mezclados con la cera aún caliente de las procesiones, para dar forma a un gracioso muñeco de Navidad, muy bien visto por aquellas fechas.

Tras adentrarse por una ajustada callejuela pudo caminar más desahogado, aunque una colección completa de guirnaldas apenas dejaba al descubierto una porción de cielo nocturno, donde degustar siquiera alguna que otra estrella. Un pasadizo inundado por una agradable brisa que no se dejaba sentir, le condujo a una pequeña plaza, desde la que sólo tuvo que dejarse caer por un angosto callejón peatonal de un solo sentido, para llegar a su destino: “COMISARÍA Nº 7” podía leerse sobre la puerta con letras gruesas, semiocultas bajo unos coloridos macetones sin flores que colgaban del balcón superior.

Nada más entrar, encontró a un guardia sentado junto a la puerta, de aspecto rudo y a la vez relajado.

– Buenas noches, quería poner una denuncia.

Este le contestó de inmediato, sin apartar la vista de una lista interminable de nombres que envolvía toda la mesa y parecía retornar allí de nuevo después de merodear por toda la sala.

– ¿Qué le ha ocurrido?

– Me han secuestrado – Y prosiguió, esta vez ante la mirada atenta del agente.

– Me han tenido mucho tiempo encerrado, y esta misma tarde… he podido escapar.

Al menos media docena de gendarmes ocupaban este primer espacio de la comisaría en mesas adyacentes. Atareados con el fragmento de listado recibido sobre sus pupitres, se afanaban de vez en cuando en anotar algo con letras rojas en el espacio vacío, a la derecha de la columna infinita de nombres que circulaba sin descanso ante sus ojos. A juzgar por la longitud de las grafías, bien pudieran tratarse de más nombres, que debían emparejar con los primeros.

El primer guardia, después de tachar un par de líneas semivacías en la relación recibida de sus compañeros y almacenarla de forma continua en un cesto bajo la mesa, y no sin antes copiarlas al otro extremo de la ristra de papel para enviarlas de nuevo a paseo, se dispuso a reanudar el interrogatorio.

– Por favor, siéntese. Cuéntenos sobre el aspecto de sus captores con el mayor detalle, todo lo que sepa. Así podremos actuar con rapidez.

La trascendencia de un caso tan prometedor acaparaba ya toda la atención de los gendarmes más próximos, interrumpiendo sus labores. En pocos segundos, la curiosidad contagiaría al resto del personal.

– Tengo miedo… mucho miedo. Durante años, me amenazaron repetidamente con acrecentar mi sufrimiento, si en alguna ocasión lograba escapar y delatarles…

– No debe temer nada, tranquilícese. Tal vez no esté a salvo ahí afuera, pero aquí lo estará, sin duda. Por favor, cuénteme, ¿dónde le han retenido?

– Bueno… mmm… – Abriendo completamente los ojos, parecía envalentonarse – Le parecerá un tanto extraño. Durante décadas, he creído estar libre, rodeado de montañas, frondosos bosques… hermosos paisajes… pero solamente en la distancia.

– ¿Cómo dice? ¿Le han tenido secuestrado en el campo?... ¡¿Ha dicho décadas?!

Las miradas se cruzaron ingenuas entre los agentes, entretejiendo un ambiente primero sorpresivo y después, a juzgar por el aspecto normal de la víctima, con tintes festivos…

– Verá, no voy a negar que he tenido libertad de movimientos durante todo este tiempo. Le diré más bien, que sólo fue relativo. Por más que intentaba dirigirme hacia esos parajes inconmensurables que podía divisar en la lejanía, jamás logré alcanzar ninguno de ellos. Es más, finalmente pude averiguar que, en lugar de moverme yo, era siempre el suelo el que avanzaba en sentido contrario al mío – Terminó diciendo, como el que llega exhausto a la meta de un maratón, pero muerto de… no cansancio, sino vergüenza.

En total, entre los gendarmes que permanecían en sus puestos escuchando absortos, mostraban en aquel momento una veintena de dientes, bajo una media sonrisa no exenta de ironía.

La declaración continuó, y durante un largo rato fue testimoniando con todo lujo de detalles su estancia en aquel lugar cada vez más extraño. Cómo descubrió la interminable e inesperada inmovilidad a la que estuvo sometido para acabar finalmente contagiando su quietud al mismísimo suelo. De qué forma, un breve pero intenso golpe de agudeza visual que no merece ser descrito aquí, le llevó de un salto a darse de bruces contra el lejano horizonte tan anhelado…

– Un pliegue – Dijo.

En este momento, la risa, disfrazada de incredulidad y desconcierto, traspasó incluso los límites de este relato.

– Eran dibujos. Estaba rodeado de pinturas murales…

Esto último potenció lo que cada uno de los allí presentes, pensaba en aquel instante. El guardia, levantando una mano en el intento de acallar el tropel creciente de carcajadas, sólo pudo romper su propio silencio, al tomar la palabra con voz algo subida de tono y exageradamente pausada.

– Por favor, dígame. ¿Quién le hizo TODO esto? – Le preguntó, con la misma mirada compasiva con que ahora todos, por fin en silencio, le observaban. El abrupto énfasis al final de la frase, no hacía sino insinuar que a este individuo debió ocurrirle mucho más de lo que textualmente, contaba en la narración de los hechos.

Su primera respuesta fue un gesto negativo, al tiempo que bajaba vergonzosamente la cabeza. Dirigiendo después la mirada hacia una de las cintas plateadas que adornaban la sala formando olas a diferentes alturas sobre la pared, sentenció profusamente en un acto de rendición:

– He sido yo.

El suelo, se mostraba ahora vertiginoso bajo sus pies, y en sus ojos húmedos se reflejaban majestuosas montañas de picos nevados, oscurecidas a contra luz por un sol abatido que descendía solemne entre pequeños cirros anaranjados, hacia el océano. Tan sólo reflejos, en la cruel soledad de un falso mar de esperanzas que comenzaba a desbordarse sin piedad alguna por sus mejillas…


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viernes, 22 de abril de 2011

Hágase

Desfiladero de los Gaitanes (El Chorro - Málaga)


"No hace falta ser cristiano para comprender la profunda verdad universal contenida simbólicamente en la imagen de la cruz.

La cruz es un instrumento de tortura. Representa el sufrimiento más extremo, la mayor impotencia con la que un ser humano puede toparse. Entonces, de repente, ese ser humano se rinde, sufre voluntariamente, conscientemente, y eso queda expresado en las palabras: "Hágase tu voluntad, y no la mía." En ese momento, la cruz, el instrumento de tortura, muestra su cara oculta: también es un símbolo sagrado, un símbolo de lo divino.

Lo que parecía negar la existencia de cualquier dimensión trascendental en la vida, se convierte, mediante la rendición, en una abertura a esa dimensión trascendental."

Eckhart Tolle - "El silencio habla"

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