lunes, 4 de julio de 2011

La acusación particular



Cuando por fin puso los pies en la calle, ya había perdido la noción del tiempo, y extraviado incluso el olvido de su verdadera identidad.

– Debe ser el año más corto jamás visto – Pensó, mientras avanzaba a duras penas entre una variada muchedumbre que, aunque sólo fuese colectivamente, parecía dirigirse hacia algún sitio. Ajenos a todo en un rincón, unos niños amontonaban la poca nieve que aún podían rescatar bajo una colorida capa de papelillos de carnaval mezclados con la cera aún caliente de las procesiones, para dar forma a un gracioso muñeco de Navidad, muy bien visto por aquellas fechas.

Tras adentrarse por una ajustada callejuela pudo caminar más desahogado, aunque una colección completa de guirnaldas apenas dejaba al descubierto una porción de cielo nocturno, donde degustar siquiera alguna que otra estrella. Un pasadizo inundado por una agradable brisa que no se dejaba sentir, le condujo a una pequeña plaza, desde la que sólo tuvo que dejarse caer por un angosto callejón peatonal de un solo sentido, para llegar a su destino: “COMISARÍA Nº 7” podía leerse sobre la puerta con letras gruesas, semiocultas bajo unos coloridos macetones sin flores que colgaban del balcón superior.

Nada más entrar, encontró a un guardia sentado junto a la puerta, de aspecto rudo y a la vez relajado.

– Buenas noches, quería poner una denuncia.

Este le contestó de inmediato, sin apartar la vista de una lista interminable de nombres que envolvía toda la mesa y parecía retornar allí de nuevo después de merodear por toda la sala.

– ¿Qué le ha ocurrido?

– Me han secuestrado – Y prosiguió, esta vez ante la mirada atenta del agente.

– Me han tenido mucho tiempo encerrado, y esta misma tarde… he podido escapar.

Al menos media docena de gendarmes ocupaban este primer espacio de la comisaría en mesas adyacentes. Atareados con el fragmento de listado recibido sobre sus pupitres, se afanaban de vez en cuando en anotar algo con letras rojas en el espacio vacío, a la derecha de la columna infinita de nombres que circulaba sin descanso ante sus ojos. A juzgar por la longitud de las grafías, bien pudieran tratarse de más nombres, que debían emparejar con los primeros.

El primer guardia, después de tachar un par de líneas semivacías en la relación recibida de sus compañeros y almacenarla de forma continua en un cesto bajo la mesa, y no sin antes copiarlas al otro extremo de la ristra de papel para enviarlas de nuevo a paseo, se dispuso a reanudar el interrogatorio.

– Por favor, siéntese. Cuéntenos sobre el aspecto de sus captores con el mayor detalle, todo lo que sepa. Así podremos actuar con rapidez.

La trascendencia de un caso tan prometedor acaparaba ya toda la atención de los gendarmes más próximos, interrumpiendo sus labores. En pocos segundos, la curiosidad contagiaría al resto del personal.

– Tengo miedo… mucho miedo. Durante años, me amenazaron repetidamente con acrecentar mi sufrimiento, si en alguna ocasión lograba escapar y delatarles…

– No debe temer nada, tranquilícese. Tal vez no esté a salvo ahí afuera, pero aquí lo estará, sin duda. Por favor, cuénteme, ¿dónde le han retenido?

– Bueno… mmm… – Abriendo completamente los ojos, parecía envalentonarse – Le parecerá un tanto extraño. Durante décadas, he creído estar libre, rodeado de montañas, frondosos bosques… hermosos paisajes… pero solamente en la distancia.

– ¿Cómo dice? ¿Le han tenido secuestrado en el campo?... ¡¿Ha dicho décadas?!

Las miradas se cruzaron ingenuas entre los agentes, entretejiendo un ambiente primero sorpresivo y después, a juzgar por el aspecto normal de la víctima, con tintes festivos…

– Verá, no voy a negar que he tenido libertad de movimientos durante todo este tiempo. Le diré más bien, que sólo fue relativo. Por más que intentaba dirigirme hacia esos parajes inconmensurables que podía divisar en la lejanía, jamás logré alcanzar ninguno de ellos. Es más, finalmente pude averiguar que, en lugar de moverme yo, era siempre el suelo el que avanzaba en sentido contrario al mío – Terminó diciendo, como el que llega exhausto a la meta de un maratón, pero muerto de… no cansancio, sino vergüenza.

En total, entre los gendarmes que permanecían en sus puestos escuchando absortos, mostraban en aquel momento una veintena de dientes, bajo una media sonrisa no exenta de ironía.

La declaración continuó, y durante un largo rato fue testimoniando con todo lujo de detalles su estancia en aquel lugar cada vez más extraño. Cómo descubrió la interminable e inesperada inmovilidad a la que estuvo sometido para acabar finalmente contagiando su quietud al mismísimo suelo. De qué forma, un breve pero intenso golpe de agudeza visual que no merece ser descrito aquí, le llevó de un salto a darse de bruces contra el lejano horizonte tan anhelado…

– Un pliegue – Dijo.

En este momento, la risa, disfrazada de incredulidad y desconcierto, traspasó incluso los límites de este relato.

– Eran dibujos. Estaba rodeado de pinturas murales…

Esto último potenció lo que cada uno de los allí presentes, pensaba en aquel instante. El guardia, levantando una mano en el intento de acallar el tropel creciente de carcajadas, sólo pudo romper su propio silencio, al tomar la palabra con voz algo subida de tono y exageradamente pausada.

– Por favor, dígame. ¿Quién le hizo TODO esto? – Le preguntó, con la misma mirada compasiva con que ahora todos, por fin en silencio, le observaban. El abrupto énfasis al final de la frase, no hacía sino insinuar que a este individuo debió ocurrirle mucho más de lo que textualmente, contaba en la narración de los hechos.

Su primera respuesta fue un gesto negativo, al tiempo que bajaba vergonzosamente la cabeza. Dirigiendo después la mirada hacia una de las cintas plateadas que adornaban la sala formando olas a diferentes alturas sobre la pared, sentenció profusamente en un acto de rendición:

– He sido yo.

El suelo, se mostraba ahora vertiginoso bajo sus pies, y en sus ojos húmedos se reflejaban majestuosas montañas de picos nevados, oscurecidas a contra luz por un sol abatido que descendía solemne entre pequeños cirros anaranjados, hacia el océano. Tan sólo reflejos, en la cruel soledad de un falso mar de esperanzas que comenzaba a desbordarse sin piedad alguna por sus mejillas…


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23 comentarios:

Adriana Alba dijo...

Hola amigo, primero que nada Bienvenido!

Amo los "autosecuestros", creo que son los que nos salvan de la inevitable -normal realidad- èste entrañable personaje que con sus làgrimas denuncia esplendores, encarna de alguna manera la nostalgia al hombre que en su fuero màs ìntimo siempre fue libre y que por una oculta razòn, tal vez se culpabiliza de ello.

Un fuerte abrazo Buscador.

Patricia dijo...

profundísimo relato, excelente!

un beso.

Juguete Mental dijo...

interesante como no podemos explicar de forma coherente es que uno se convence de la idea de que no es libre. solo en un momento de extrema reflexion puede llegarle una nocion vaga de uno puede hacer lo que uno quiera y luego todo es igual de confuso y esa nocion se pierde. la respuesta esta de nuevo al frente de nosotros pero una idea en la cabeza es tan fuerte que cambia por completo la realidad (no puedo convencerme a mismo de que soy libre)

un fuerte abrazo amigo buscador

Ignacio Reiva dijo...

Hay secretos que no lo son por su prohibición de revelarlos sino por su imposibilidad de transmitirlos. Es normal que los durmientes se rían del despierto. Un gran abrazo.

Carmen dijo...

Qué bueno y qué original!!!...a parte de bien escrito, eres todo un maestro narrativo con una imaginación desbordante.

Muy bien paisano, pero que muy bien. Besos.

Quovadis dijo...

Creo que el primer paso en la Consciencia (o el único, no lo sé, porque estoy ahí) es saber que estás atrapado, secuestrado y a la vez engañado por ese yo que te hace sentir libre entre paisajes pintados. Cuando te das cuenta de eso, eres ese hombre de tu mágnifico relato con el que me siento tan identificado que soy yo mismo. Gracias.

Anónimo dijo...

Me ha encantado leerte. Vengo a tu blog...y me quedaré, mientras mantengas abiertas las puertas.

Un abrazo.

Rowen dijo...

tremendo problema!!!

Buscador de buscadores dijo...

Hola ADRIANA,
lo de amar los 'autosecuestros' supongo que lo dirás en broma...
Tal vez su mayor problema fue descubrir el secuestro al que estaba sometido: ojos que no ven...
Un fuerte abrazo.

Buscador de buscadores dijo...

Gracias PATRICIA, y bienvenida.

Buscador de buscadores dijo...

Hola JUGUETE,
si ignoramos lo que nuestra mente hace con nosotros... ¿de qué sirve todo lo demás? Nuestra mejor herramienta se ha convertido en nuestra peor amenaza. Y me dirás ¿pretendes usar la mente para juzgarla? Pues no, sólo la observación, nada más. Este debería ser nuestro mayor propósito. El primero... y tal vez el único.
Un fuerte abrazo.

Buscador de buscadores dijo...

Hola IGNACIO,
todos nos reímos en ocasiones, como en ocasiones también somos objeto de risa ajena. Afortunadamente esas fluctuaciones tienen los días contados...
Un fuerte abrazo.

Buscador de buscadores dijo...

Hola CARMEN,
me alegro mucho de que te guste.
A veces la realidad nos exime de usar la imaginación, y sólo nos reclama un poco de narración inteligible.
Gracias y besos.

Buscador de buscadores dijo...

Hola QUOVADIS,
en efecto, no hay nada más falso que la mente humana. De hecho, no hay nada falso fuera de ésta.
El primer paso es descubrirlo, sin duda alguna.
Gracias a tí por la visita y el comentario.

Buscador de buscadores dijo...

Hola MIGUEL,
quédate cuanto quieras, eres bienvenido.
Un abrazo.

Buscador de buscadores dijo...

Hola ROWEN,
la cuestión es dónde está el problema: ¿en la esclavitud ignorada?, ¿la libertad fingida siempre porque sí?, ¿en la ceguera disfrazada de orgullo?, o ¿tal vez en el sincero reconocimiento de nuestras miserias?

Diva de noche dijo...

Has descrito en ese relato el sumiso acto de estar cautivos en nuestro propio mundo...estando libres y a la vez presos de nuestras fobias y medios...de nuestro entorno y del que dirán...años y años presos atando nuestras alas sin poder volar hacia ese horizonte lleno de promesas que hay a lo lejos..y que cuando nos damos el tiempo para reaccionar y querer ser libres....ya es tarde..
Me ha gustado mucho leerte...
Besos

Amelia dijo...

Si me permites, voy a pasar. Ya sé que nadie me ha invitado, pero como las palabras con contenido siempre me atrapan, me he quedado para leerte de vez en cuando. ¡Gracias!

Sandra Figueroa dijo...

Buscador de buscadores, un relato hermoso, exelente, un gusto leerte. Te dejo un beso, cuidate.

Buscador de buscadores dijo...

Hola MIRELLA,
"libres y a la vez presos..."
tal vez la libertad sólo sea la máscara que oculta el resto de falsedad sobre el que cimentamos nuestra vida.
Bienvenida.

Buscador de buscadores dijo...

Gracias a ti, AMELIA.
Eres bienvenida.

Buscador de buscadores dijo...

Hola POETIZA, me alegro de verte por aquí, cuídate.

Adriana Alba dijo...

jajaja....si, lo dije en broma "autosecuestros" imaginativos, esos que nos rescatan de lo cotidiano y rutinario! -y sin pagar rescate-

Besitos

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