El domador de estrellas
El silbido estridente de un tren de cercanías le despertó al alba.
En un salto, tuvo la destreza de tomar el desayuno, asearse y engalanar su aspecto. Le sobró tiempo incluso para leer el periódico, pero en su ausencia, prefirió dedicarlo a retirar los cartones que le habían servido de refugio en un hueco lateral de la estación, y a los que sin duda, debía la vida. En una noche helada como la que había sido, el fuego no quema, y las serpientes aprovechan para desprenderse de su piel, soldada a las piedras.
Sólo le bastó dar unos pasos para situarse junto al vagón de cola, adonde acudían presurosos un sin fin de individuos colmados de aspiraciones, para fulminar el vacío de sus asientos tapizados.
Como en un alistamiento, enfilaban el angosto acceso a aquella máquina.
Estaban todos: el comerciante encorbatado, la maestra de gafas afiladas, el joven avispado, el mentón del concejal, una exposición de besos a cuatro patas y el loro enjaulado de la falsa viuda. Vestida de extravagantes joyas, exhibía su rostro fruncido y barnizado por capas, en el que hubiera podido leerse el número de primaveras yermas, mejor aún, que sobre el tronco cortado de un árbol.
Desde la otra punta del andén, le entretuvo el ritual protocolario del maquinista antes de entrar en la cabina. Tirando el cigarrillo primero y ajustándose la gorra después, finalizaba el proceso animándole a ocupar asiento; invitación que rehusó con un breve ademán agradecido.
Un traspié de la mujer de los anillos, última de la fila, la hizo abalanzarse sobre el pasillo del vagón. Su jaula, convertida hábilmente en bastón, logró evitar una aparatosa caída (pero no al pobre animal…).
Las puertas se cerraron.
Desde fuera del tren, y a través de cristales ahumados, pudo ver el semblante impaciente e inconcluso de los pasajeros, otra docena más de besos, y el afán desmedido del loro, devolviendo al depósito alimentador los granos desparramados por el piso de la jaula, una vez que ésta descansaba ya segura sobre la falda de su propietaria.
Simultáneamente a todo esto, sólo él podía contemplar cómo el sol comenzaba a trepar entre álamos rosados de hojas inquietas, y cómo la hermosa algarabía de un coro de jilgueros, había tomado ya el relevo del canto pausado y a capella de una pareja de búhos…
… pero vayamos al grano.
Aunque la intención acumulada en el interior de los vagones hubiese bastado para mover el tren, la máquina rugió, y un pitido fino y prolongado avisó de la inminente salida de aquel contenedor de propósitos.
Huyendo de sí mismo, se perdió en el horizonte.
Ante sus ojos solitarios, ahora se mostraba sobre la vía la profundidad del bosque, el vacío auténtico, genuino, antes disfrazado de falsas carencias.
Con un primer paso en firme… se dispuso a llenarlo.
Siguiendo los rieles, caminó durante horas de extraña duración; longitud temporal indefinida entre la brevedad de cualquier dicha y el suspiro eterno del que agoniza.
Era muy consciente de la travesía que tenía por delante. Sin embargo, no pensaba en las montañas que aún había de atravesar. Tampoco le pudo la soledad del valle que se abría ante sus botas harapientas, tan útiles como apreciadas. Y ni siquiera llegó a importarle lo que hubiese allá donde alcanzaba su sombra. Su atención, se había atrincherado en cada paso. Era allí y en ningún otro lugar, donde su vida se desgranaba…
Por encima de todo… quería estar presente.
Vías y traviesas servían de diques, delimitando numerosos charcos de agua cristalina, donde saciar su sed. Procuraba esquivar la imagen de su propia envoltura allí reflejada, corteza que malvendía su bello contenido a otros, y que no estaba dispuesto a comprar a tan bajo precio…
Cuando le asaltaba el apetito, las ramas próximas de los árboles le parecían mangas estiradas de apuestos camareros, que ofrecían irresistibles higos (sólo en apariencia), un ramillete de bellotas maduras, o cualquier otro manjar que fuese de su agrado en aquel momento.
Su mente, cansada ya de severas dietas, había tenido que emigrar muy lejos, y ahora ocupaba un puesto renombrado en una prestigiosa compañía de títeres. De vez en cuando, le enviaba recuerdos, a los que él siempre contestaba con respeto… hasta tal punto era así, que iba personalmente a saludarla, en el acto.
Al llegar a la estación de destino y sobre el último tramo de la vía, pudo apreciar que, como el sol, ya acariciaba la ciudad… fiel reflejo de sí misma.
El trayecto había llegado a su fin.
Volviendo la mirada atrás, agradeció al bosque su compañía, el cual quedaba ya distante. Aquella composición inaudita de tonalidades encendidas, parecía sonrojarse, para luego sumirse en la oscuridad más estéril…
Fue su agotamiento, el único responsable de la existencia tras de sí de una banqueta de madera, sobre la que tomaron asiento él, y su soledad. Aún pasaría un buen rato allí antes de acostarse. Transcurrida la noche entre cartones, volvería una vez más sobre sus pasos.
Llevándose la mano al pecho, extrajo del bolsillo de su chaqueta la única y más preciada de sus posesiones después de su indumentaria: un pequeño caramelo enrollado en papel añejo con figuras ilegibles, regalo de su infancia, y que no había sido nunca desenvuelto.
La aparente irrelevancia del camino recorrido, sumada a la posible incomprensión hacia lo que aquel amuleto absurdo podría significar, sólo puede traducirse en la más absoluta incredulidad ante lo que aún quedaba por acontecer…
Con la mano entreabierta y la mirada fija en el cielo ya oscurecido, divisó a toda una eternidad de estrellas dirigirse hacia el cenit…
…venían a él, a pedirle un deseo.
En un salto, tuvo la destreza de tomar el desayuno, asearse y engalanar su aspecto. Le sobró tiempo incluso para leer el periódico, pero en su ausencia, prefirió dedicarlo a retirar los cartones que le habían servido de refugio en un hueco lateral de la estación, y a los que sin duda, debía la vida. En una noche helada como la que había sido, el fuego no quema, y las serpientes aprovechan para desprenderse de su piel, soldada a las piedras.
Sólo le bastó dar unos pasos para situarse junto al vagón de cola, adonde acudían presurosos un sin fin de individuos colmados de aspiraciones, para fulminar el vacío de sus asientos tapizados.
Como en un alistamiento, enfilaban el angosto acceso a aquella máquina.
Estaban todos: el comerciante encorbatado, la maestra de gafas afiladas, el joven avispado, el mentón del concejal, una exposición de besos a cuatro patas y el loro enjaulado de la falsa viuda. Vestida de extravagantes joyas, exhibía su rostro fruncido y barnizado por capas, en el que hubiera podido leerse el número de primaveras yermas, mejor aún, que sobre el tronco cortado de un árbol.
Desde la otra punta del andén, le entretuvo el ritual protocolario del maquinista antes de entrar en la cabina. Tirando el cigarrillo primero y ajustándose la gorra después, finalizaba el proceso animándole a ocupar asiento; invitación que rehusó con un breve ademán agradecido.
Un traspié de la mujer de los anillos, última de la fila, la hizo abalanzarse sobre el pasillo del vagón. Su jaula, convertida hábilmente en bastón, logró evitar una aparatosa caída (pero no al pobre animal…).
Las puertas se cerraron.
Desde fuera del tren, y a través de cristales ahumados, pudo ver el semblante impaciente e inconcluso de los pasajeros, otra docena más de besos, y el afán desmedido del loro, devolviendo al depósito alimentador los granos desparramados por el piso de la jaula, una vez que ésta descansaba ya segura sobre la falda de su propietaria.
Simultáneamente a todo esto, sólo él podía contemplar cómo el sol comenzaba a trepar entre álamos rosados de hojas inquietas, y cómo la hermosa algarabía de un coro de jilgueros, había tomado ya el relevo del canto pausado y a capella de una pareja de búhos…
… pero vayamos al grano.
Aunque la intención acumulada en el interior de los vagones hubiese bastado para mover el tren, la máquina rugió, y un pitido fino y prolongado avisó de la inminente salida de aquel contenedor de propósitos.
Huyendo de sí mismo, se perdió en el horizonte.
Ante sus ojos solitarios, ahora se mostraba sobre la vía la profundidad del bosque, el vacío auténtico, genuino, antes disfrazado de falsas carencias.
Con un primer paso en firme… se dispuso a llenarlo.
Siguiendo los rieles, caminó durante horas de extraña duración; longitud temporal indefinida entre la brevedad de cualquier dicha y el suspiro eterno del que agoniza.
Era muy consciente de la travesía que tenía por delante. Sin embargo, no pensaba en las montañas que aún había de atravesar. Tampoco le pudo la soledad del valle que se abría ante sus botas harapientas, tan útiles como apreciadas. Y ni siquiera llegó a importarle lo que hubiese allá donde alcanzaba su sombra. Su atención, se había atrincherado en cada paso. Era allí y en ningún otro lugar, donde su vida se desgranaba…
Por encima de todo… quería estar presente.
Vías y traviesas servían de diques, delimitando numerosos charcos de agua cristalina, donde saciar su sed. Procuraba esquivar la imagen de su propia envoltura allí reflejada, corteza que malvendía su bello contenido a otros, y que no estaba dispuesto a comprar a tan bajo precio…
Cuando le asaltaba el apetito, las ramas próximas de los árboles le parecían mangas estiradas de apuestos camareros, que ofrecían irresistibles higos (sólo en apariencia), un ramillete de bellotas maduras, o cualquier otro manjar que fuese de su agrado en aquel momento.
Su mente, cansada ya de severas dietas, había tenido que emigrar muy lejos, y ahora ocupaba un puesto renombrado en una prestigiosa compañía de títeres. De vez en cuando, le enviaba recuerdos, a los que él siempre contestaba con respeto… hasta tal punto era así, que iba personalmente a saludarla, en el acto.
Al llegar a la estación de destino y sobre el último tramo de la vía, pudo apreciar que, como el sol, ya acariciaba la ciudad… fiel reflejo de sí misma.
El trayecto había llegado a su fin.
Volviendo la mirada atrás, agradeció al bosque su compañía, el cual quedaba ya distante. Aquella composición inaudita de tonalidades encendidas, parecía sonrojarse, para luego sumirse en la oscuridad más estéril…
Fue su agotamiento, el único responsable de la existencia tras de sí de una banqueta de madera, sobre la que tomaron asiento él, y su soledad. Aún pasaría un buen rato allí antes de acostarse. Transcurrida la noche entre cartones, volvería una vez más sobre sus pasos.
Llevándose la mano al pecho, extrajo del bolsillo de su chaqueta la única y más preciada de sus posesiones después de su indumentaria: un pequeño caramelo enrollado en papel añejo con figuras ilegibles, regalo de su infancia, y que no había sido nunca desenvuelto.
La aparente irrelevancia del camino recorrido, sumada a la posible incomprensión hacia lo que aquel amuleto absurdo podría significar, sólo puede traducirse en la más absoluta incredulidad ante lo que aún quedaba por acontecer…
Con la mano entreabierta y la mirada fija en el cielo ya oscurecido, divisó a toda una eternidad de estrellas dirigirse hacia el cenit…
…venían a él, a pedirle un deseo.
52 comentarios:
Impresionante relato, me ha llevado al vagon, pero lo he visto, con su abrir y cerrar de puertas como una travesia por la vida..."Ante sus ojos solitarios, ahora se mostraba sobre la vía la profundidad del bosque, el vacío auténtico, genuino, antes disfrazado de falsas carencias.
Con un primer paso en firme… se dispuso a llenarlo" es extraordinaria tu anotación, Saludos cordiales
Hasta el final no he podido parar un segundo de leer y asimilar.
He hecho con él, el recorrido ese sentido como admiraba la belleza del pasisaje, como acariciaba el caramelo e incluso he podido percibir como le pedian sus deseos.
Buenas noches.
Intento escribir...
...Y se quedó mi pensamiento colgado en tus palabras... en el silbido del tren, los cartones, en el bosque, el horizonte, en los rieles, el vagón colmado de aspiraciones y en él...
Un caramelo, amuleto absurdo... y las estrellas... Es increible como hay veces en las que, aún entre la multitud, estamos tan solos...
Me fascinó tu escrito
Te mando un beso
Hola Bus
Si por algo me gustan los viernes, es por tus entradas.
Ya sabés que después de varias veces que te leo (un , dos, tres días) me animo a comentar (que miedo te tengo jaja) :)
Pero escribo por otra tema.
Que pases por mi blog cuando tengas un ratito.
Es un regalo VIP para vos.
No hace falta que te diga por qué (ya te las ingeniarás para interpretarme jaja)
Muchos besos.
Hola DE INTERES,
sólo procuraba describir lo que se esconde bajo las falsas apariencias de nuestros sueños.
...y veo que sirvió de algo.
Saludos y buen fin de semana.
Gracias EURICE por tus palabras.
Qué haría sin lectores como tú, que siempre llegan al final de cada cartapacio !!! ;))
Me alegro de verte por aquí, es todo un placer.
Besos.
Que tal MONICA,
es fantástico poder transmitir ciertas sensaciones, y que éstas sean recogidas intactas, por lectores como tu.
Gracias por tu presencia y un abrazo.
Hola ROWEN,
creo que andas por aquí ahora !?
vuelvo a agradecerte el premio (ya lo hice en tu casa)
¿Miedo? Has de explicármelo, pero ya !! jejejj ;))
Besos y feliz finde.
qué bella historia y qué maravillosamente bien contada, me la releido, me ha parecido tan amena que quería retener cada frase.
Un placer leerla.
un abrazo.
Pude ver ese tren, refugio de tantos seres, tan distintos, tan parecidos.
Me encantó el final. El caramelo y esas estrellas. Muy bueno.
Besos.
\\\///
(Ó_Ó)
Se me ha antojado estar en ese escenario magistral q has sabido edificar con tus palabras.
Un bonito viaje¡¡¡
Un abrazo¡¡¡¡¡
Reconozco que esperaba lo contrario, que él pidiera y pidiera a las estrellas, aunque tal vez con su caramelo como amuleto se sintiera preso de todas las suertes.
Me ha encantado el escrito... me ha faltado aplaudir de forma virtual.
Siempre me impresiona esa facilidad tan tuya de ponernos en situación. Mi sincera enhorabuena.
Mi abrazo de luz azul y muy buen "finde".
Definitivamente me lleaste en ese tren...
No sé por qué me he quedado con la mente dándole vueltas a ese caramelo sin abrir, se que tal vez pueda ser un detalle dentro del relato pero a mi me ha dado la impresión de ser un tesoro valioso, más valioso incluso que el tren o el viaje.
Un abrazo
Hola Buscador
No sé si andaba por ahí, tenemos gran diferencia horaria.
Toda España menos las Islas Canarias está a +1 de GMT.
Las Canarias está con el mismo horario de GMT.
Argentina está -4 de GMT
Toda España tiene una diferencia horaria con Buenos Aires de +5 horas.
Si son las Islas Canarias y con relación a Buenos Aíres la diferencia horaria es de + 4 horas.
En este momento en Buenos Aires son las 17.30 horas en las Islas Canarias serán las 21.30hs y en España 22,30.
No, Bus; "miedo (jaja)" no debería leerse como miedo. Por lo tanto no tengo que darte explicación ya (ja....ja)
Ya sabés de mi conflicto para (como decirlo :))Entender y comprender (TE)
"Que lindo es cuando entendemos" (Dijo Pablo Feinmann...Grrrrr)
:)
Me pregunté dos cosas con este post, si el higo breval lo encontraste así, abierto. (Diferente a los que se ven al costado y detrás)...
Un día (o noche, o tarde)me contestaste después de un diálogo, (bue) que las entradas(si me fijaba bien) eran solo interpretaciones de las fotografías.
Segunda pregunta, obvia.
Gracias igualmente. Buen finde!!!
Besoss
P/D ¿"Viste" que la música no gusta y no siempre la entendemos?
Gracias KAROLA, por tus palabras de ánimo.
El placer es mío, un abrazo.
Gracias MARCELA,
en ese tren vamos todos.
Besos.
Hola MIEDOSO,
ese escenario nos pertenece a todos sin excepción, sólo hemos de valorarlo... y disfrutarlo.
Un abrazo.
Quise decir la música "NOS" gusta.
Te veo. :)
¡Espero o me contestás mañana?
(para vos ya es mañana) jaja
No publiques estas pavadas Bus jaja
Bussssssssss
Que nooooooooooooooooo
Que tal SOY,
me temo que cuando pedimos algún deseo, estamos dando la espalda a la realidad. Participamos de su contrario.
Es evidente que no podemos aceptarlo todo, pero el personaje de mi relato lo logró... y sólo entonces fue capaz de mover montañas.
El deseo congela la realidad; su aceptación... la cambia.
Gracias. Abrazos 'voladores'.
Hola ROWEN,
aún me queda por comentar a FHER, pero dada tu impaciencia...:)
¿No estarás equivocada con el horario? ¿Crees que voy a estar aquí comentando a las 2 de la mañana? jajaj
Sí, es fabuloso entenderse, pero el entendimiento surge de la incomprensión, sucede gracias a ella...
Creo que el idioma tiene mucho que ver. No usamos las mismas palabras, ni los mismos significados.
El fruto estaba así, yo no lo toqué. Por eso me llamó la atención y eché una foto.
Por supuesto que la foto me inspiró el relato. Tiene mucha, pero muchísima relación. Lo considero un bello ejemplo de que todo se nos da de forma gratuita, aunque el deseo, que es artificial, lo desequilibra todo. El personaje de mi historia lo descubrió.
Buen ejemplo el de la música.
Besos.
Hola FHER,
no vas mal encaminado. Ese caramelo encierra el secreto. Aunque he dado algunas pistas, voy aprendiendo a respetar las interpretaciones del lector, al que pertenece el relato una vez que lo lee.
Gracias por tus palabras y un abrazo.
el relato esta lleno de partes interesantes y se parece a esos cortos en los que escuchas un fondo musical (uno algo melancolico) mientras se va desarrolando la historia. te voy a ser honesto, no entendi el final aunque puedo percibir un mensaje, la verdad es son un tipo distrado
un abrazo
Me llevo el caramelo, o mejor el secreto del caramelo.
¿Se pueden pedir deseos?
Sigue escribiendo así y pasando por mi blog.
Besos de domingo.
Hola JUGUETE,
'partes interesantes...', bien definido por lo de 'partes'. Realmente el argumento vertebral de este relato brilla por su ausencia, como en la vida misma, aunque nos empeñemos en lo contrario. Quise subrayar cada uno de los pasos de este personaje incansable.
Gracias por tus palabras.
Un abrazo.
Que curiosos esos viajes, subidas y bajadas de pasajeros, entradas y salidas de tren...
Pequeñas relaciones en un fugaz tiempo de viaje y cambio.
Saludos
Que bonito yo siempre vengo aqui para contemplar tuyo escritos.
Me beso
Una maravilla de relato, he despertado, caminado y descansado con él. Un gran abrazo.
Gracias por tus palabras, FETE, Y bienvenido.
Gracias CRISTAL, es un placer tenerte por aquí.
Hola DUNA,
creo que es mucho más valioso comprender el por qué deseamos ciertas cosas, que la consecución del propio deseo. Ese es el mío, por encima de cualquier otro.
Gracias por pasar y un abrazo.
Gracias IGNACIO, es un placer tenerte por aquí.
Un abrazo.
Estamos de acuerdo Buscador, es mas importante la esencia de porque se "necesitan", que su consecución. No creas que no te he entendido...
Y respecto a tu comentario en mi poema, que el amor sigue siendo ciego a contraluz...¿quién ha dicho lo contrario?
Yo hago poesía, pero parece que no nos entendemos....
Besos
Me esta gustando mucho tu blog, aunque me costara ponerme al dia porque tengo poco tiempo y muchos blogs que seguir, he empezado a leerte desde el principio y de momento todo lo que he visto me ha gustado, escribes muy bien.
Besos.
Hola Bus
¿Todo bien?
Pasaba
:)
Te aplaudo. Me ha encantado
Nos haces viajar en ese variopinto tren y sobre todo disfrutar de ese paisaje que hemos hecho nuestro.
Muchos besos
Hola DUNA,
respecto a lo primero, sé que me entendiste. En lo segundo, saber que no nos entendemos es un gran paso, no crees? El primero.
Gracias por tu comentario y un abrazo.
Hola SUSURROS,
te he visto comentando en muchos blogs pero no habíamos coincidido. Es evidente que llega un momento en que no se puede atender todos los comentarios, ni visitar todos los blogs que te gustan. Alguien tendrá que decirme cómo hacerlo.
Muchas gracias por tu comentario y bienvenida.
Gracias GALA,
me alegro de que te guste. Un placer tenerte por aquí.
Besos.
Estoy paseando por tu blog y me ha encantado, te he descubierto y te sigo.
Quedas invitado tú y todos tus SEGUIDORES a visitar mi blog.
Te dejo aqui en este rinconcito mis besos para ti dedicados de mocca y cafe!!!!
la conjunción que forman la musica y tu relato es maravillosa.
Encantado de leerte, desde Medina
Un saludo.
¡¡¡ Por fin!!! Llevo varios días intentado comentar tu escrito, pero era imposible salía no sé que error,¡ay ay!, que me siguen los errores, ufff ... ahora que lo pienso.
Me he subido tres días seguidos en este tren tan peculiar. Al principio me identifique con la señorita Rottermeller, luego con el loro, el maquinista, en fin ... pero al final he decido identificarme con tu pluma que tan magistralmente me ha llevado a un sueño inexistente
Besos mil, Maestro
Si pudiéramos a veces tomar el vagon de los sueños y viajar en él por toda la eternidad... Probablmente se convertiría en una pesadilla interminable, pero soñar con ello, resulta delicioso.
Besitos
Me gusta el texto completo, la historia y su desarrollo, y esa manera tan personal que tienes de contarnosla, pero llama la atención tus frases cortas entre fragmentos, son como sentencias. Me encantan, da un aire mucho más ágil al texto, y dan un respiro sin desencadenar. Bien hecho, paisano.
Y el macro de lujo.
Besos.
Hola DEDICATORIAS,
sólo la imagen de tu perfil de mocca y café, ya me dice que tu blog debe ser de los buenos, y aún no he entrado... voy para allá !!
Gracias por tus palabras y bienvenida.
Hola DANI,
me alegro mucho de verte por aquí.
Gracias y un abrazo.
Hola SILENCIOS,
magistrales sí que son tus entradas y hasta tus comentarios.
Gracias por los ánimos. Gracias por subirte tres veces al tren. Te sugiero que un día intentes hacer el camino... andando !! jejejj. Créeme que es mucho más gratificante.
Gracias de nuevo por tu presencia y un abrazo.
En primer lugar la imagen es fantástiac y en segundo lugar el relato precioso.
Un abrazo
Wowwwwwwwww... Me dejaste totalmente fascinado con este relato. Permíteme aplaudirlo de pie.
Bravisimo!!!!!
Un placer leerte.
Gracias JOSE ANTONIO por tus palabras de ánimo.
Un abrazo.
Gracias SALVADOR, y bienvenido.
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