miércoles, 22 de agosto de 2012

Un poco más de autoconocimiento...


"Si nace un pez en su acuario y usted lo llama John, escribe un certificado de nacimiento, le cuenta sobre su historia familiar y dos minutos más tarde se lo come otro pez, eso es trágico.

Pero solamente es trágico porque usted proyectó un ser separado donde no lo había."

Eckhart Tolle - "El poder del ahora"


sábado, 4 de agosto de 2012

Tránsitos



He de confesar que, ante tanta soledad, llegué a sentir miedo.

Ciertamente, aquel corredor por el que tenía la sensación de haber pasado miles de veces, ahora me ofrecía una perspectiva inédita del lugar en el que me encontraba. Nunca antes había observado de aquel modo las interminables hileras de puertas dispuestas a ambos lados de un pasillo eterno, en la convergencia, allá donde mi vista lograba alcanzar, de un punto de fuga no menos absurdo que mi entorno más inmediato.

Tal afinamiento de puertas blanqueadas al son de suelo y techo, bañadas por una tenue luz de origen incierto, no dejaba espacio alguno para las paredes. Y en todas, una alargada maneta reluciente y un cartel sobreimpreso en letras mayúsculas: “SUEÑOS”, sobre otra inscripción algo más pequeña: “Pase sin llamar”.

Cuando me dí cuenta, tenía la mano cómodamente apoyada en una de las manetas. Tal vez fue mi habitual tendencia a la observación de lo insignificante y lo absurdo, la que me detuvo por unos instantes. Volviendo la vista atrás, tan solo tardé un segundo en olvidar tal gesto, ante la descomunal simetría que percibí en ambos sentidos a lo largo de aquel pasaje abisal de longitud desmedida.

Y todo me pareció entonces familiar. Demasiado familiar.

Una nueva actuación de mi desconfianza hacia lo ínfimo, me hizo rehusar aquella puerta, e incluso algunas más, apenas avanzaba unos pasos. Mientras buscaba razones reales para justificar tal desplazamiento estéril, algo me sobresaltó en la lejanía, interrumpiendo la blanca linealidad de aquella galería insondable. Aunque creí apreciar la presencia de una figura oscura, cuando fijé allá mi atención, ya no estaba. –Tal vez un problema en la iluminación- pensé, para cuestionarme acto seguido… -¿Cuánto costará mantener todo esto?

Con la vista en el infinito, noté entonces otro parpadeo casi inapreciable, como el de una estrella lejana. Y otro más…

De repente, me sobresaltó la apertura de golpe de una de las puertas junto a las que yo pasaba en aquel momento. Alguien se me avalanzó y casi me aplasta, de no ser por mis reflejos… Curiosamente, antes de cerrar la puerta de la que provenía, ya había abierto otra al otro lado, por la que se escurrió ipso facto.

Aunque todo sucedió en un segundo y casi me mata de un susto, la entrada de aquel tipo al nuevo aposento, me permitió echar un vistazo a su interior desde fuera. El recinto no era más ancho que su propia puerta de acceso, y al menos media docena de individuos permanecían de pie apoyados sobre la pared izquierda, de varios metros de profundidad. Parecían estar expectantes ante otra puerta situada en la pared opuesta. Aunque había allí otra inscripción, tan sólo pude distinguir lo que ponía debajo: “Espere a ser llamado.”

La puerta se cerró y la tranquilidad regresó a aquel pasadizo inmundo y solitario. No recuerdo mucho más, salvo que aún caminé junto a un centenar de puertas, con la mirada hundida en el continuo parpadeo provocado por el tránsito fugaz de aquellos seres extraños de presencia infinitesimal.

Justo antes de despertarme el estridente motor de uno de los lujosos yates que transitan por estas aguas, creo que terminé por entrar en una de aquellas extrañas habitaciones…

Recostado acá a la sombra en esta confortable tumbona, y en el merecido disfrute de una de las mejores playas del planeta, aún tengo tiempo de escribir estas líneas antes de reunirme con la comitiva en el hotel para presentar mi nuevo proyecto. Esta noche me arrimaré de nuevo al mar, para festejar el éxito echando unas copas en el chiringuito de aquí al lado con esos jóvenes, y jóvenas…

Mi trayectoria promete, nunca estuve tan seguro.

La vida es bella.

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viernes, 6 de julio de 2012

El guasón de Higgs


El único descubrimiento veraz que la ciencia puso de manifiesto hasta el momento,
fue su incapacidad para realizar hallazgos incondicionalmente invariables.

domingo, 24 de junio de 2012

Por bulerías


"No puedo creer que pueda llegar a un punto en el que esté completamente libre de mis problemas.

Tiene razón. No puede alcanzar nunca ese punto porque está ahora en él.

(...)

Use sus sentidos plenamente.

Esté donde está.

Mire a su alrededor.

Mire solamente, no interprete.

Vea la luz, las formas, los colores, las texturas.

Sea consciente del espacio que permite que todo sea.

Escuche los sonidos; no los juzgue.

Escuche el silencio que hay bajo los sonidos.

Toque algo -cualquier cosa- y sienta y reconozca su Ser.

Observe el ritmo de su respiración, sienta el aire que fluye hacia adentro y hacia fuera, sienta la energía de la vida dentro de su cuerpo.

Permita la condición de ser de todas las cosas.

Avance profundamente al Ahora.

Usted está dejando atrás el mundo mortal de la abstracción mental, del tiempo.

Usted está librándose de la mente loca que le drena la energía vital, y que está envenenando y destruyendo lentamente la Tierra.

Usted está despertando del sueño del tiempo al presente."

Eckhart Tolle - "El poder del ahora"

martes, 19 de junio de 2012

La curvatura del pensamiento


En clave mental, cualquier dirección constituye un círculo.

Para salir de la esfera de nuestra mente, es preciso trazar una línea recta en cualquier dirección... pero recta.

Un pensamiento recto es aquel que evidencia su propia falsedad.

viernes, 8 de junio de 2012

El confín de los sueños (Rep.)

Ocaso sobre el Castillo de Sancti-Petri (Chiclana de la Frontera)


Cuando creí haber despertado, me encontraba entre corales marinos de lunares bermejos, rodeado de exóticos lagartos.

Tal vez -pensé- me haya detenido en la frontera entre el sueño y la vigilia...

Aquellas prehistóricas criaturas parecían vacilar entre continuar acosándome o regresar a la balaustrada del huerto de tomateras en el que habíamos estado el día anterior, al atardecer.

El sol, sin embargo, parecía firme en la elección de su vestimenta habitual para el descenso:

Su descomunal belleza no podía ser superada, ni siquiera en sueños...

sábado, 2 de junio de 2012

Necrológica



-Comandante Arcturus llamando a Siderius XV, Comandante Arcturus a Siderius XV, respondan por favor.


El cristal de la escotilla reflejaba sólo parte de su rostro, pero fue más que suficiente para percatarse de la preocupación que le embargaba en aquel momento.

-Siderius XV, respondan por favor.- Repitió, enfrentándose a continuación al silencio más espectral que había oído jamás en un transmisor.

Al otro lado, la nave se alejaba lentamente, dejando por primera vez al descubierto el puerto de anclaje al que había estado ensamblada la cápsula de salvamento. Había entrado allí hacía escasos minutos para reparar ciertas anomalías en el sistema de guiado autónomo del módulo, y por motivos desconocidos, acababa de activarse el procedimiento de desembarque, quedando a la deriva.

-Pero… ¿qué demonios? ¿Quién ha hecho eso?- Se preguntó en voz alta, mientras se giraba veloz hacia la consola de control manual, empotrada verticalmente en la pared de la cápsula, a un lado de la escotilla.

–Que yo sepa, las rutinas de guiado no enlazan directamente con los protocolos de emergencia… Está claro que debe de haber más de un fallo en el procesador. Tenía que haberlo previsto… ¡¡diablos!!- Gritó para sí, mientras sus dedos golpeaban frenéticamente sobre un pequeño teclado en el que había puesto todas sus expectativas.

Accediendo a los controles de propulsión del módulo, y tras permanecer a la espera unos segundos, respiró profundamente al comprobar en la consola que no había restricción alguna para su uso.

-¡¡Bien!!... vamos allá. A ver… coordenadas relativas…- Levantó rápidamente la cabeza para calcular su posición, y siguió tecleando... –Cinco, dos, ocho. Azimutal, dos, nueve… ya está.- Lanzada la secuencia, quedó expectante tras el cristal a que los propulsores hiciesen lo propio para contrarrestar la distancia hasta el Siderius, visible ya en su totalidad.

Aunque llegó a percibir el giro de los motores de posicionamiento, no pudo corroborar la inversión del movimiento, ni ningún cambio significativo en la trayectoria de la cápsula.

-No puede ser… ¡no responde!- Gritó indignado, antes de volver a teclear aún más efusivamente y asomarse de nuevo al vacío con doble dosis de impaciencia. -¡Muévete de una vez! ¡¡Por el amor de Dios, Siderius, contesten!!

Mirando otra vez por la escotilla, el Siderius se mostraba colosal, alejándose en la vastedad del universo. La percepción fue tal, que por unos instantes venció la sublimidad de la imagen allá proyectada sobre la imprevisibilidad de su destino más inmediato. Por la posición de la nave, los rayos del sol incidían rasantes sobre su superficie metálica, en una sucesión de tonalidades inauditas, que reposaban amigablemente sobre la oscura espaciosidad del vacío cósmico.

Enfocando en corto la mirada, la inquietud impresa en sus facciones le devolvería de nuevo al peligro, tal vez de no contemplar nunca escenas tan bellas...  y se incorporó, cargado de ánimos.

–Tranquilo. Lo último que haré será perder la calma. A bordo deberían estar ya ultimando las maniobras para el rescate. Pronto estaré a salvo.- Pero su mente le daba una de cal y tres de arena... –Sin embargo, ¿por qué no contactan conmigo? ¿Acaso tampoco funciona el transmisor? ¿¿Cómo puede fallar todo a la vez??

En medio de la impotencia, miró a su alrededor. El módulo de emergencia era pequeño y realmente claustrofóbico. Ataviado con infinidad de artilugios colgados por medio de ganchos o sujetos con velcro a sus paredes oblicuas, bien daba la impresión de haberse usado en alguna que otra batalla encarnizada en pro de la supervivencia, por el desorden allí reunido.

-Nada de esto servirá ya, más que para prolongar mi agonía…- Se dijo, y dirigiéndose de nuevo a la abertura de cristal, volvió a contemplar la figura menguante del galeón sideral, alejándose de él despiadadamente.

Fijando su atención en la galería de mando, donde una hilera de paneles translúcidos permitía a la tripulación la observación espacial, pudo distinguir en la lejanía, la imagen de varios sujetos de batas blancas, atareados en alguna labor crítica, a juzgar por su compenetración y rapidez de movimientos. A cierta distancia, otra persona permanecía de pie. Orientada hacia su posición, parecía observarle. Detrás de esta silueta inmóvil, dos criaturas de corta edad jugaban en el suelo, entre objetos de diverso tamaño.

-¡¡Estoy aquí, por lo que más quieran!!- Gritó. Su consternación se había convertido ahora en llanto e impotencia exacerbados.

En su alejamiento del Siderius, la cápsula se había elevado ligeramente, lo que le permitía observar parte de la cubierta de la nave y su estructura multi-radial compuesta por infinitud de prismas cristalinos. La reflexión en ellos del astro rey, le recordó uno de tantos atardeceres contemplados al pie de mares revueltos, entre cuyas agitadas aguas había encontrado la paz, tan ansiada en aquellos instantes.

Y quedó así extasiado entre lágrimas durante largos minutos, ante la misteriosa travesía de un buque tan intrépido, capaz de cortar el vacío con su caprichosa existencia e ímpetu de marchar hacia delante.

De repente, en su ensimismamiento, le sobresaltó la imagen de un objeto esférico rodando sobre la cubierta de la nave, en una extensa superficie coloreada ahora de hierba fresca. Y se dejó llevar, en la apariencia de ver a unos críos, esparciendo su energía en el transcurso de carreras frenéticas. Más acá, sobre un banco de madera añeja, un anciano soltaba su bastón para sujetar cariñosamente las manos de un niño, y le susurraba algo al oído… En otro banco, era un joven quien susurraba apasionados besos a una chica, mientras una mariposa entretejía con sus alas los rayos de un sol caído, atados a la espesura de un roble, al pie del camino. Al otro lado de aquella plaza imaginaria, unos recién casados exhibían sus radiantes vestidos entre carcajadas, bajo interminables fachadas resplandecientes donde un hombre, colgado en las alturas, daba su último brochazo de color, justo antes de sumarse al tumulto.

Ahora, la mariposa reposaba inerte sobre la esbelta curvatura del bastón, apoyado en el banco… en solitario.

Observó la perfección de contornos que le ofrecían sus alas plegadas hacia el cielo. Experimentó su soledad, como nunca antes lo había hecho. Y echando de menos su sombra, proyectada en el infinito de un ocaso eterno, se completó entonces la visión de todo aquello en lo que había creído: arrastrado por la nave menguante, se perdió en la nada.

En algún lugar del universo, una sábana cubría el rostro relajado de un cadáver aún caliente.

-Hora de la muerte… veintiuna treinta y siete. Por favor, informen a su familia. ¿Saben si a su esposa la acompaña alguien más, aparte de sus hijas?

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viernes, 25 de mayo de 2012

Destino interactivo
























-¿Crees en el mal, Héctor?

Habían transcurrido treinta y siete años, doscientos diez días y ciento ochenta y dos minutos desde que nació, hasta que le formularon esta pregunta por primera vez. Héctor, no sólo conocía la respuesta que debía dar, sino también la forma de hacerlo, porque se había entrenado para ello.

Estaba mirando a la cara de su interlocutora cuando ocurrió. Justo antes y en segundo plano, se había quedado medio absorto en la profundidad azul de sus ojos, y la definición impoluta del contorno de sus párpados.

Su primera reacción fue la inactividad, durante el tiempo justo necesario para poner en marcha, al menos con ciertas garantías, el resto del protocolo establecido.

Calculando con la precisión de un relojero la trascendencia que una cuestión de esta naturaleza podría tener en el contexto de la conversación en la que se encontraba inmerso, se mostró absolutamente real, incluyendo cuantas expresiones de asombro, instrospección y duda exigía la situación en aquel momento.

 -No, por supuesto. ¿Por qué lo preguntas?- Respondió.

Por dónde se fue el cauce de esta conversación y de este relato, es de total intrascendencia aquí, salvo por el hecho de que la chica lo desvió audazmente, con la mayor rapidez y contundencia.

Ciertamente, Héctor había sido un auténtico incrédulo a la hora de conceder al mal existencia propia más allá de la realidad aparente que le otorga la mera conceptualización bipolar del comportamiento humano.  Y así fue, hasta descubrir un día el cabo que le permitiera desenrollar toda la madeja… del decálogo demonológico.

Primero descubrió que esa bipolaridad conceptual que clasifica el comportamiento como bien o mal intencionado,  no tenía por qué idealizar, necesariamente, la mera noción de maldad como entidad verdadera, desligada de nuestra psique.

El día en que aceptó, frente a la hipótesis más fácil y trivial, la mera posibilidad de que no fuese sino el poder de las tinieblas el promotor de tal ensoñación, sus sentidos se abrieron al abismo más atroz. Llámese realidad o locura sensorial, sobria existencia o profundo delirio, fruto de la más descabellada enajenación mental. En cualquier caso, tal comprensión le otorgó una prodigiosa capacidad extrasensorial para percibir todo flujo de energía oscura emanada por la bestia por excelencia, en cuyas negras fauces, cualquier sombra de las conocidas sería capaz de deslumbrar al más invidente de los ciegos.

Héctor era consciente de que el propósito más inmediato de Luzbel en el mundo está casi cumplido: el de ser tomado por irreal, y acabar recluído en el variopinto mundo ilusorio de las formas mentales. Precisamente allá donde tendrá jamás el terreno presto para echar cimientos.  ¿Qué sostiene mejor el engaño, sino el falso convencimiento de no estar engañado? ¿Por qué si no, son tantos?

Sin embargo, le había descubierto un punto débil, ‘aún’ en la oscuridad: el enredo de sus logros, pagándole así con la misma moneda. ¿Acaso la mentira tiene poder alguno sobre lo falso?, ¿no adquiere significado solamente a través de la verdad?. En este cometido, no había sido suficiente con hacer suya la comprensión y más absoluta convicción acerca de este perverso propósito de Belcebú de ausentarse a las apariencias. Tampoco le bastó la excelencia a la hora de mostrar la más rotunda credibilidad en la exteriorización de su verdad invertida. Estaba además obligado a torcer sus principios voluntariamente, hasta el nivel exigido por el calibre de la amenaza en cuestión.

Sabía que Leviatán dispone de insospechadas herramientas, a cual más sofisticada y capaz, para continuar cavando allá donde quedó interrumpido el trabajo, en aras de avanzar hacia lo más profundo del pozo de tu esencia, husmeando cada rincón con el más cerril de los alientos, hasta acabar con todo atisbo represivo y sacar finalmente… no agua, sino tu alma a pedazos.

En su reiterado afán de mantenerse en guardia, había aprendido a exponerse con naturalidad a sus semejantes, o más bien, a los inquilinos de sus semejantes. Discernía con claridad cada mensaje, y actuaba en consecuencia, sin descuidar jamás al oscuro anfitrión hospedado en su propia casa.

En esta ocasión, como en casi todas, la conversación finalizó con una amable despedida y todos, absolutamente todos, se marcharon satisfechos. Tras la información obtenida, había mucho en lo que trabajar, pero al igual que ocurre de puertas para fuera, no sería la primera vez ni la última, en la que se invirtieran esfuerzos, tiempo y dinero en cantidades astronómicas, perforando en la dirección incorrecta, en busca de petróleo… donde no lo hay.

Tras echar un vistazo al fondo de la oficina, pudo divisar cómo los últimos empleados terminaban de recoger sus enseres para marcharse, salvo la chica. Imnotizada ante su pantalla, parecía leer algo que captaba de sobremanera su atención.

Héctor dió media vuelta y dirigiéndose al frente, tuvo que caminar tan sólo unos pasos para llegar al ascensor. Una vez dentro, pulsó el botón correspondiente de planta baja, once pisos más abajo, y la puerta se cerró. Una voz de autómata femenina, especialmente encantadora, avisó del inminente descenso.

“Bajando”

Aprovechando el trayecto, Héctor se había abandonado a sus recuerdos, repasando mentalmente su catálogo de éxitos y fracasos, en los que siempre llegaba a tener una segunda oportunidad para desviar la estocada de Satán, aunque, como contrapartida, con menor margen de maniobra cada vez.

-No será siempre así- Pensó, mientras clavaba sus ojos en la caída vertiginosa de los números del display.

Recordó entonces las horrendas criaturas que había tenido delante de sí, sus abominables rostros perturbados en la más absoluta desesperación, miradas sumidas en el lamento y mandíbulas desencajadas,  semblantes de dolor exacerbado y nerviosa impaciencia…

Porque Héctor… los veía.

Los discípulos de Lucifer no malgastan esfuerzos para ocultarse ante aquellos que ya los han reconocido. Apoderándose de sus miedos más íntimos, se muestran entonces bajo las formas que más impacto les causan, hasta paralizarlos por el terror.

-El ejército al que me enfrento emplearía métodos insospechados contra mí si llegase a conocer que poseo la llave de su aniquilación. Sin embargo, mi fortín es extremadamente inaccesible y resistente.- Pensó. -Mi secreto no saldrá de ahí, jamás.

Con este pensamiento motivador, sacaba fuerzas de flaqueza para proseguir su camino, cuando… ocurrió.

Esta vez, la tranquilidad le duró tan solo un segundo.

Al sonar de nuevo la voz automática del ascensor, le dio un vuelco el corazón y quedó petrificado del susto, ante lo que le decía su sentido auditivo.

“Se encuentra en la planta baja. Que tenga un buen día”

El tono de voz de la locución ya no era el de antes. De hecho, no era una voz, sino cientos de voces al unísono de enorme profundidad, denotando una maldad abisal, seguidas de un tropel de risas esquizofrénicas capaces de enloquecer a cualquier criatura que careciera incluso de oídos.

Intentando asimilar un choque de tal virulencia emocional, su rostro se inundó de luz. Un haz de rayos sanguinolentos atravesaban la ranura creciente entre las puertas del ascensor, que comenzaban a abrirse.

Mas no era luz, sino maldad proyectada desde el abismo más irracional.

Ante sus ojos, se desataba la locura de un valle descomunal extendido como alfombra hasta el infinito y que partía el horizonte en dos. Por sus hercúleas dimensiones, bien podría tratarse de un océano aquello que ocupaba la hendidura central. Allí podía apreciar entre la bruma, cómo un sin fin de restos de criaturas nauseabundas luchaban azarosas por permanecer a flote entre pestilencias. Bruma, que más bien debiera ser lamento saturado, al límite de la agonía más insoportable.

Y distinguió en la lejanía numerosas huestes que se elevaban sobre el horizonte enrojecido, cabalgando hacia él exaltadas y arrastrando, a saber qué oscura intención, desde el abismo.

Había llegado al infierno.

Tendría entonces que abrir sus entrañas y exhibir hasta la última oquedad de sus adentros para demostrar la pureza de su iniquidad. ¿Dónde habría de custodiar su más preciado tesoro, o lo que quedaba de él? ¿Cómo asegurar siquiera una brizna de llama con la que prenderse, de su propia alma?

Si no había sido él mismo quien reveló su secreto, o cuanto quiso revelar sobre él… ¿Acaso alguien…? ¿Acaso alguien……… lo había hecho?

No, por supuesto.

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domingo, 20 de mayo de 2012

Potencialmente humanos


Hacía tan sólo un minuto que había entrado en aquella sucursal bancaria y ahora se encontraba arrodillado tras una vistosa jardinera, apoyado en la pared. Con la cabeza gacha, observaba la rapidez con que la seda blanca de su camisa se tornaba oscura, al tiempo que unas gotas de sangre no podían contenerse más entre tan sutiles tejidos, y se estrellaban contra el suelo. Con una mano, sujetaba con firmeza una pequeña pistola dirigida hacia el portal de entrada y con la otra, buscaba algo en sus bolsillos, como si le fuese la vida en ello.

Un grito estremecedor de mujer se oyó tras el mostrador, seguido de varios gemidos desconsolados.

-¡¡¡ Asesinooooo !!!

Media docena de personas, entre empleados y clientes eventuales, se refugiaban allí, recostados sobre el suelo.

Un dependiente de mediana edad, agonizaba entre convulsiones, con la cabeza sobre la mesa mirando al frente y el brazo derecho estirado en diagonal hacia abajo. Acababa de recibir un disparo en la cara, justo después de alcanzar el pulsador de alarma, haciéndola sonar.

-Vaya, parece que esta vez la cosa se pone interesante.- Dijo para sí, mientras intentaba enganchar, con la punta de los dedos, una bala plateada, hallada con éxito en el fondo de su bolsillo derecho. En realidad, le sorprendió la rapidez con que el dependiente pidió ayuda y para colmo, jamás hubiese esperado la presencia casual de un policía vestido de paisano que entraba en la agencia en ese preciso instante. El agente, atrincherado en la calle junto a la puerta de entrada, había logrado alcanzarle en el abdomen, y esperaba atento una segunda oportunidad para reducir definitivamente al atracador, convertido ahora en homicida.

-¡¡¡ Asesinooooo !!!- Se oyó de nuevo entre sollozos, algo más ahogados en la resignación…

-¿Se refiere a mí, señora?- Respondió, mientras giraba la bala entre sus dedos temblorosos, buscando la orientación correcta para cargar la pistola. La bala resbaló y cayó entre sus piernas, pero no alteró en absoluto su interesado discurso.

-Pero… ¡si tendría que estarme agradecida! ¿Acaso no vió la cara de amargado que tenía su compañero? Me refiero a antes de hacerle el favor, claro… ¡jaajajaaaaa!, porque ahora… ¡¡no le renococería ni su madre!!

Tras recuperar la bala y llevarse el antebrazo al vientre, que continuaba emanando sangre a borbotones, inspiró profundamente en un gesto de lacerante dolor, para continuar difamando después.

-¿Realmente cree que su amiguito era mejor persona que yo?-  Dijo, elevando sustancialmente la voz, como el que acumula impotencia y se pone a filosofar desesperadamente.

-¡¿Piensa usted que yo no amo a la vida?!- Elevando a duras penas la bala hacia la pistola, que permanecía apoyada en la pared, prosiguió. -Gracias a mí… ¡¡¡¿¿Sabe a cuántas larvas vamos a alimentar entre él y yo a partir de mañana??!!!

El llanto de la mujer parecía ahora más intenso.

-¡¡¡Sepan ustedes que todo quedará en casa, en este hermoso universo, y que los hijos de sus hijos conservarán algo de nosotros mañana!!! ¡¡¡Alégrense!!! Después de todo… las flores les parecerán igual de hermosas… ¡¡¡¡y la mierda igual de fétida…!!!!

El policía continuaba valorando sus posiblidades.

-Sólo sois humanos en potencia, mas… ¡¡¡mucho me temo que enterraréis vuestro miedo, camuflado de humanidad, cuando enterréis vuestro cuerpo!!!

Al segundo intento, tampoco pudo colocar el proyectil en el oscuro y estrecho agujero del cargador. Este cayó de nuevo, golpeando el suelo con un estridente y repetitivo sonido metálico.

El policía, que había permanecido inmóvil desde su primer acierto, interpretó la señal como si de una tregua se tratase y adelantó inteligentemente su posición, refugiándose tras una ancha columna, ya en el interior del edificio.

-Mi hermanito me lo decía- prosiguió entonces con una voz pausada y melancólica, como si estuviese recitando apasionadamente una hermosa poesía. –Polvo somos y en polvo nos convertiremos. Al fin y al cabo, nosotros, nuestras circunstancias y las circunstancias de nuestras circunstancias… ¡¡¡¡¡forman parte del Todo!!!!!- La frase acabó en un tono diabólico más temible aún que el propio arma que intentaba cargar, y dijo más…

-¡¡Al final, el pobre la palmó en el hospital sin haber disfrutado como yo!!, y todo… porque… jamás… ni él ni nadie… termina nunca de creérselo, como yo lo creo… ¡¡¡ta chaaaannn!!! Jajajaaajaaaaaaa… Ya debía yo acompañarle a estas alturas, pues me ha resultado más que rentable mi puñetera vida… Y mira que se lo dije: debes tener miedo del miedo y de la culpa… ¡¡¡y no de tu conciencia mariconaaaa!!! ¿¿¿A quién vas a temer sino al polvo que eres, osea, a ti mismo???- Entre jadeos, su respiración era ahora más que frenética y podía oirse desde lejos.

El agente asomó entonces la cabeza con rapidez para valorar la situación, dejándose ver…

-¡¡¡¿¿Pero qué haces, imbécil??!!! ¿¿Aún me temes?? A ti también te tocará morir de cáncer, postrado en una cama… ¡¡A ver si entonces tienes pelotas para sonreir como lo hago yo ahora!!

Dicho esto, estiró sus facciones, y abriendo los ojos en demasía, su rostro alcanzaba la típica expresión de asombro terminal. Sus manos se relajaron entonces, y la pistola cayó al suelo, sobre un extenso charco de sangre.

Tal vez, la bala que le mató, era idéntica a la que aún sujetaba en la mano. Y tal vez, la bala que sujetaba en la mano, era idéntica a la que acabó con la vida del otro hombre.

Tal vez, los tres proyectiles, sus circunstancias, y las circunstancias de sus circunstancias, formaban parte… del Todo.

Así lo creía, y con tal convicción, actuó.

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martes, 15 de mayo de 2012

Soberbia ingratitud (Rep.)

"La ciudad encantada" - Cuenca

¿Acaso este intrépido aspirante a árbol es consciente
de la solidez de la roca que lo sostiene?

El hombre tampoco.

lunes, 30 de abril de 2012

Superposición




Nos lo han dicho de muchas maneras, pero nuestra mente no puede ni quiere aceptarlo, y nunca lo hará.

No le faltan argumentos a favor cada vez que ve amenazado su alimento vital, por menosprecio, duda en la veracidad, o escaso alcance de aquellos pensamientos que sostienen su supremacía sobre la interpretación que sigue a nuestra percepción de la realidad.

El resultado, interminables cadenas de argumentos y amenazas concatenados, en un flujo mental incesante cuyo único objetivo es mantener el secuestro de nuestra verdadera identidad.

De lo contrario, la mente, dejaría de ser.

Sin embargo, no quiero, ni debo, dar más importancia que la justa a este hecho. Con haberlo comprendido, es suficiente, y siempre lo será.

Es evidente que tal determinación indique cierto distanciamiento entre la víctima y el secuestrador, cierta brecha en la consciencia, y no son menos interesantes cuantas conclusiones se derivan del buen uso de esta práctica, bla, bla, bla,.......... más de lo mismo.

Si no te sirve con eso, te lo digo en verso:

La mente en sus trece...
...desatención se merece.

Nada más hermoso que convertir los eslabones en flores
que adornen la realidad palpable del horizonte.

lunes, 16 de abril de 2012

Divagaciones de un moribundo

Caminé a oscuras durante varias horas que parecieron eones.
A mis espaldas quedaba toda una eternidad igual de extensa que aquello que fuese lo que iniciaban mis pies a cada paso.

-La soledad no tiene límites- pensé, antes de proseguir cuestionándome cada uno de los axiomas que apoyaban todo mi conocimiento, pero en sentido retrógrado.

¿Desconocimiento crónico? ¿ignorancia galopante? ¿incompetencia incurable?
Jamás había deseado tanto desvelar en la lejanía el fondo de mi estupidez, si a cambio era consciente de ello. Y no fueron escasos los frutos en tal empeño, pues al igual que toda piedra arrojada a un pozo, sentí el acelerado ímpetu de llegar, sin haber sido preciso impulso alguno, mas sólo haber comenzado el camino.

Si el fondo de mi estupidez no llega... ¿mal asunto?

La vida no es sólo ascenso. Cuando encuentras lo que buscas, desciendes, siempre desciendes. Si continúas hacia arriba, sigues buscando. Si buscas... sigues subiendo, es necesario en tal caso. El objeto hallado puede ser una simple respuesta, una pequeña chispa de entendimiento, un insignificante perno que desmonta milenos de condicionamiento colectivo humano. Y entonces te humillas a ti mismo, pues nadie más lo hará tan bien como tú. La salvedad: ese "tí mismo", ha doblado el punto de vista desde el cual es observado. El objeto de la ignorancia ya es otro, cuando desciendes. Desde ese preciso instante, el sentido primitivo de quien eres, carece de la más mínima significación. El concepto de piedra no importa ya, frente al lugar en el que se encuentra.

Cabe la posibilidad de que estés equivocado sobre quien crees que eres.
Tu ego es irremediablemente incompatible con el desprecio hacia quien crees que eres.
Conclusión: Si no eres quien crees ser, tu ego será irremediablemente incompatible con el conocimiento de... ¡¡¡tu verdadera identidad!!!

(Vaya rollazo... iré al grano)
Por favor, desmonta la ignorancia sobre tu propia estupidez, yo comencé a hacerlo.

martes, 21 de febrero de 2012

Mas allá del pensamiento



"Sólo mediante la quietud interior tienes acceso al reino de quietud en el que habitan las rocas, las plantas y los animales.

Sólo cuando tu mente ruidosa se queda en silencio puedes conectar profundamente con la naturaleza y sanar la separación creada por el exceso de pensamiento.

Pensar es una etapa en la evolución de la vida.

La naturaleza existe en una quietud inocente que es anterior a la aparición del pensamiento.

El árbol, la flor, el pájaro o la roca no son conscientes de su propia belleza y santidad. Cuando los seres humanos se aquietan, van más allá del pensamiento. La quietud que está más allá del pensamiento contiene una dimensión añadida de conocimiento, de conciencia.

La naturaleza puede llevarte a la quietud. Ese es su regalo para ti.

Cuando percibes la naturaleza y te unes a ella en el campo de quietud, éste se llena de tu conciencia. Ese es tu regalo a la naturaleza.

A través de ti, la naturaleza toma conciencia de sí misma. Es como si la naturaleza te hubiera estado esperando durante millones de años."

Eckhart Tolle - "El silencio habla"

viernes, 17 de febrero de 2012

La planta que tienes en casa...

Mi maestra

"La planta que tienes en casa..., ¿la has mirado detenidamente alguna vez?
¿Has permitido que ese ser familiar pero misterioso que llamamos planta te enseñe sus secretos? ¿Te has dado cuenta de lo pacífica que es, de que está rodeada de un campo de quietud?
En el momento en que te das cuenta de la quietud y de la paz que emana, esa planta se convierte en tu maestra."

Eckhart Tolle - "El silencio habla"

martes, 14 de febrero de 2012

Escombros de crecimiento (3ª Rep.)

Ruinas del poblado de Sancti-Petri (Chiclana de la Frontera)

A ti, compañero infatigable y eterno, sombra de mi sombra, cumbre de la autosuficiencia, comediante absoluto del relativismo...

A ti, que deambulas escondido entre rincones de fronteras semiquebradas y duermes despierto detrás de un pelo; alimentas tu astucia de los escombros de mi superación, y osas oler a podrido, si con ello aparentas estar muerto.

A ti, aquel que, únicamente para ser más, se proclama extraño y singular, generoso y humilde, víctima y enfermo; abandonado, para sentirse único; para no ser creado, fruto de la nada; uno más, para añadirse el signo...

A ti me dirijo, y no olvides ésta, mi máxima, que no la olvidaré yo, para no perderte el rastro:

No te he aniquilado, no has muerto, y jamás voy a poder contigo...

...que a cambio acallaré por siempre aquellos ecos de arrogancia, poder y sabiduría maltrecha, que resuenan galopantes e interminables en este vasto espacio de mi conciencia, ahora dilatado...

...y no me cuentes más de mis anhelos, mis carencias, ni siquiera de mis grandezas, no quiero oirte hablar de Dios, de su ausencia...

...que sólo queda creer ciegamente 'en' aquel que demostró con hechos...

...haberte derrotado.


A mi ego.


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viernes, 10 de febrero de 2012

Cómodo en el desconocimiento


"Cuando aceptas plenamente que no sabes, renuncias a esforzarte por encontrar respuestas con la mente pensante y limitada, y es entonces cuando una inteligencia mayor puede operar a través de ti. En ese instante, hasta el pensamiento puede beneficiarse, porque la inteligencia mayor puede fluir a él e inspirarlo.

A veces, rendición significa renunciar a tratar de comprender y sentirse cómodo en el desconocimiento."

Eckhart Tolle - "El silencio habla"

martes, 7 de febrero de 2012

Círculos


Cuando descubres que no has ido jamás a ningún sitio, aún caminas unos pasos más antes de detenerte.

Es el desasosiego el que te inmoviliza, inicialmente. Después, en contra de los cambios de dirección habituales tras la consecución de metas estériles, te rindes.

Es como morir congelado sobre un glaciar abominable de dimensiones eternas, tras haber caminado en círculos, bordeando cortantes y profundos filos de hielo que caen hacia el infinito, creyendo ir más allá de cualquier lugar que hayas pisado antes.

Pero al igual que morir de frío resulta placentero a juzgar por aquellos que lo contaron, ver mis propias huellas por delante de mí resulta, a la vez que confuso, revelador.

Revela que no soy nada especial, más allá de lo que cualquier ser humano es.

Revela que ralentizar el paso, es la mejor forma de ganar tiempo.

Revela que nuestra mente sólo hace círculos, que creerlo o no es cuestión de magnitudes y distanciamiento, hasta el punto de que cualquier rectitud aparente sólo puede reflejar estrechez de miras en el mismo plano donde se elaboran las inquietudes de la vida.

Revela que, a más grande el proyecto y el itinerario, contratiempo mayor.

Es preciso morir allá, en el firme convencimiento de pisar huellas antiguas, para observar la inaudita orquestación geométrica de andares, míos y de mis semejantes, más elocuentes si cabe, cuanto más amplia y lejana es la mirada.

Sea al menos, lo suficiente, como para comprender que todo lugar es punto de partida, y a su vez, punto de llegada.


Safe Creative #1202071043255

viernes, 3 de febrero de 2012

Yo, el gran creador de conflictos


"Cuando camines o descanses en la naturaleza, honra ese reino permaneciendo allí plenamente.

Serénate.

Mira.

Escucha.

Observa cómo cada planta y animal son completamente ellos mismos. A diferencia de los humanos, no están divididos en dos. Ni viven a través de imágenes mentales de sí mismos, por eso no tienen que preocuparse de proteger y potenciar esas imágenes.

El ciervo es él mismo.

El narciso es él mismo.

Todas las cosas naturales, además de estar unificadas consigo mismas, están unificadas con la totalidad. No se han apartado del entramado de la totalidad reclamando una existencia separada; "yo" y el resto del universo.

La contemplación de la naturaleza puede liberarte del "yo", el gran creador de conflictos.

Percibe los múltiples sonidos sutiles de la naturaleza; el susurro de las hojas al viento, la caída de las gotas de lluvia, el zumbido de un insecto, la primera canción del pájaro al amanecer.

Entrégate completamente al acto de escuchar.

Mas allá de los sonidos, hay algo mayor: una sacralidad que no puede ser comprendida a través del pensamiento."

Eckhart Tolle - "El silencio habla"

martes, 31 de enero de 2012

Irreversibilidad


A veces me pregunto…

¿Qué supone ‘acertar’ para una mente que no sabe lo que quiere?
¿Cual es la ‘senda correcta’ para aquel que sólo sabe caminar en círculos?
¿Qué puede satisfacer al que sostiene deseos contradictorios?
¿Cómo es posible tener suerte así, si las cosas suceden conforme a los propósitos?
¿Cómo no tenerla, ante el fracaso de las expectativas?
¿Merece algún crédito todo sueño que no sea seguir soñando o dejar de hacerlo?

Tras el balbuceo mental, cual travesura de un niño, sólo cabe sonreír, y la respuesta surge a modo de cuestión irracional, desde donde cuelgan un sin fin de palabras inconexas hasta el horizonte, sin sentido…

¿Hay vuelta atrás para tal descubrimiento?

Ante el cerco de la incansable rueda de la razón, madrigal de anhelos, y el desvelo de su inercia de millones de milenios, la mente se expande hasta ridiculizar el pensamiento.
Con eso basta.

Y sonrío de nuevo…


Safe Creative #1201300995402

viernes, 27 de enero de 2012

Lesson one: Conceptos


"Muchas expresiones usadas habitualmente, y a veces la propia estructura del lenguaje, revelan que las personas no saben quiénes son.
Por ejemplo, dices 'ha perdido su vida', o hablas de 'mi vida', como si la vida fuera algo que pudieras poseer o perder.


Lo cierto es que no tienes una vida; eres una vida.

La Vida Una, la conciencia que interpenetra todo el universo y toma forma temporalmente para experimentarse como piedra o como hoja de hierba, como un animal, una persona, una estrella o una galaxia.

¿Puedes sentir en lo profundo de ti que ya sabes eso?
¿Puedes sentir que ya eres Eso?"

Eckhart Tolle - "El silencio habla"

martes, 24 de enero de 2012

Una piedra más



Quiso el destino hostigarme con una enfermedad crónica de las leves y a la vez molestas, aunque tengo que decir también que tuvo después el detalle de invitarme al quirófano, todo un privilegio en los tiempos que corren.
El objetivo, paliar una creciente obstrucción nasal.
El resultado, no del todo satisfactorio... por fortuna para mí.
Quiso además el destino que yo brotara donde crecen los cardos marinos, donde la tierra seca tiene los metros contados antes de sumergirse en el mar, cuya blanca espuma besa a las rocas y las abraza apasionadamente.
Y deseó también la providencia que la sal fuese remedio milagroso de muchas dolencias, incluida la mía.
Allá acudo obstinado cada siete ocasos, visibles o invisibles, botella en mano, para pedir prestado tan sólo una muestra del precioso elemento.
Entre dunas y acantilados, agradezco esta segunda oportunidad que se me brinda, de ser, por unos instantes, una piedra más entre las piedras; y mi botella se colma de sal líquida, de besos y de abrazos...

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viernes, 20 de enero de 2012

Aprender a morir


Aprender a morir...
No hay nada más bello que aprender a morir...
Nada más elaborado que el ocaso... pues todo lo tiene.
El sol se arruga al tocar el horizonte y amanece la oscuridad.
Amanecer negro que provee de prosaicas tonalidades al cielo,
y desvía allá nuestra atención.
Sol que sueña el ocaso,
en el océano se lava las miradas omisas,
en la tierra restriega los despojos del pensamiento que las cautiva,
y despeña entre acantilados cuanto no es.
En la soledad del día eterno, muere en vida,
y es ahora, cuando al fin sabe que la muerte... no existe.

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