sábado, 24 de diciembre de 2011

El mayor de mis deseos



Deseo...

Que vuestro primer deseo
sea la paz atemporal,
la humildad,
la utilidad del sufrimiento que florece ante vuestros ojos,
y la vigilancia permanente sobre el resto de deseos...

...y que además éste...

...se cumpla.



¿Se puede pedir algo mejor?



Buscador de buscadores
os desea una Feliz Navidad
y un introspectivo año nuevo.

martes, 22 de noviembre de 2011

Comunicación Vs Unicidad


Gran parte del esfuerzo empleado en las nuevas tecnologías está enfocado hacia las comunicaciones. La mente divide al ser y crea una falsa identidad basada en una individualidad inexistente. A continuación, pretende completarse por medio del conocimiento de la experiencia de otras falsas identidades, hacia las que tiende puentes externos al ser, que siempre acaban en el mismo lugar… Y al mismo tiempo, se aferra a esa falsa identidad plagada de carencias sobre la que se sostiene la separación. Una vez más, el mundo exterior de las formas intentando suplir al interior, al tan ignorado mundo real, aquel que no se crea ni se destruye… ni tampoco se transforma.

Lo que mente ha separado, que no lo unifique el hombre. Faltaría más.

lunes, 26 de septiembre de 2011

El reto de las preocupaciones


"No conceda toda su atención a la mente y al mundo exterior.

Concéntrese por todos los medios en lo que está haciendo, pero sienta el cuerpo interior al mismo tiempo siempre que sea posible. Permanezca arraigado en su interior. Entonces observe cómo cambia su estado de conciencia y la calidad de lo que está haciendo.

Siempre que esté esperando, dondequiera que sea, emplee ese tiempo en sentir el cuerpo interior. De esta forma, los embotellamientos de tráfico y las colas se vuelven muy agradables. En lugar de proyectarse fuera del Ahora, entre más profundamente en él a profundizar más en el cuerpo. El arte de la conciencia del cuerpo interior se desarrollará en un modo de vivir completamente nuevo, un estado de unión permanente con el Ser y añadirá una profundidad a su vida que no ha conocido antes.

Es fácil permanecer presente como el observador de su mente cuando está profundamente arraigado en su cuerpo. No importa lo que ocurra en el exterior, nada puede hacerlo temblar ya. A menos que usted esté presente -y habitar su cuerpo es siempre un aspecto esencial en ello- continuará siendo dominado por su mente.

El guión que hay en su cabeza y que aprendió hace mucho tiempo, el condicionamiento de su mente, decidirá su pensamiento y su conducta. Puede que usted se libre de él por breves intervalos, pero rara vez por mucho tiempo. Esto es especialmente cierto cuando algo "anda mal" o hay alguna pérdida o un trastorno. Su reacción condicionada será entonces involuntaria, automática y predecible, alimentada por la única emoción básica que subyace en el estado de conciencia de identificación con la mente: el miedo.

Así que cuando lleguen esos retos, como siempre llegan, convierta en un hábito entrar dentro de usted de inmediato y concentrarse lo más que pueda en el campo de energía interior de su cuerpo. Esto no tiene que tomar mucho tiempo, sólo unos segundos. Pero necesita hacerlo en el momento en que se presenta el reto. Cualquier demora permitirá que surja una reacción mental-emocional condicionada y se apodere de usted.

Cuando usted se concentra en su interior y siente el cuerpo interior, inmediatamente se vuelve tranquilo y presente pues está retirando la conciencia de la mente. Si se requiere una respuesta en esa situación, vendrá de ese nivel más profundo.

Lo mismo que el sol es infinitamente más brillante que la llama de una vela, hay infinitamente más inteligencia en el Ser que en su mente."


Eckhart Tolle - "El poder del ahora"

viernes, 16 de septiembre de 2011

El descosido


No existe nada más falso que tu propia mente.

Sí, así es. Procuraré explicártelo para que no lo entiendas.

Hasta que no rompes tu identificación con ella, eres incapaz de reconocer esta gran verdad, y aceptarla… y ‘triceversa’.

Aceptación y ruptura van de la mano, pues una conduce a la otra. Ambas se complementan.

En el vasto entramado mental, ningún descosido se abre si no existe previamente como tal, si antes no se produce el desgarro de un primer hilo. Y una vez que surge el agujero, la luz que emana a su través alumbra las fauces del engaño: ese monstruo parlanchín que se nos ha dado a conocer a través de sus propias descripciones sobre sí mismo y que nos mostrará el mundo según sus propios intereses (pasado y futuro).

Y ante la ceguera del destello, ante el desconcierto de lo que parece ‘no ser’, tu voluntad sigue siendo su voluntad, a no ser que percibas el silencio que brota del abismo tras la conciencia deshilachada, la quietud de la que nacen sus palabras.

Ante el sufrimiento, tu mente se apresurará a poner siempre en tus manos las mismas herramientas: hilo y aguja. En cambio, en los momentos plácidos, os regocijaréis por el mayor tiempo posible de la perfección y fortaleza de la costura realizada. Seréis uno, ante la imposibilidad de repartiros la autoría de tales proezas.

Para comprender con palabras, es preciso no comprender… tal vez con frases inconclusas cuyo razonamiento muere, necesariamente.

Aquí y Ahora es donde la mente calla, pierde el control y te lo cede a ti.

Dulces o salados, no son más que condimentos del mismo alimento que la sustenta.

Siendo lo más simple, es lo más difícil.

Control para observar sin más, o para volverlo a perder.

¿Vivir al máximo el presente? No. Permanecer conscientes es suficiente.

¿Utilidad? ¿Propósito? ¿Sentido de la vida? Por favor, déjale hablar (aceptación), pero no ignores su naturaleza y cuanto se distancia de ti (ruptura): identifica el parloteo a la luz del abismo tras el agujero… y responderás a estas preguntas y/o el por qué te las planteas (o incluso el por qué no aceptas que te las planteas), el por qué te interesa todo esto, (o el por qué presientes que en el fondo no te importa lo más mínimo), el por qué es tan vital, (o el por qué lo niegas)…

Tus únicas opciones son coser, o sentarte a mirar cómo se agranda el descosido, justo cuando lo observas.

No harás nada más trascendente en tu vida que una de estas dos cosas.


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jueves, 1 de septiembre de 2011

Golpe de sabiduría (o La mirada albina) (Reposición)

Castillo de Olvera

Un vistoso ramo de flores golpeó con la fuerza precisa el féretro de aquel cadáver aún caliente, segundos antes de desaparecer bajo una espesa capa de arena. Los asistentes al sepelio, habían comenzado a retirarse tras la originalidad de las primeras paladas. Finalmente, terminaron por dejar en solitario al enterrador y a otros dos individuos que, como estacas, permanecían inmóviles al borde de la fosa, bajo una sombra interminable que se extendía hasta el infinito.

Un cruce de miradas húmedas entre ambos, colmadas de comprensión, dió luz verde a un abrazo efusivo de tal vigorosidad, que pareció ser el último, y tras mostrarse mutuamente las espaldas, tomaron caminos opuestos.

La trascendencia de este relato, llevó a nuestro nuevo protagonista a adentrarse aún más en el cementerio, hasta su centro. En este cometido, sólo tuvo que caminar hacia delante entre infinidad de sepulcros, cuya antigüedad parecía crecer varios años en cada paso. Sin salirse jamás de una franja sombreada de varios metros de ancho que le servía de guía, terminó justo a los pies de su destino: una torre de altura ilimitada, que no sólo rasgaba el suelo con su sombra, sino también el cielo, hasta el cenit.

A escasa distancia de aquella soberbia y extraña construcción, permaneció un rato inmóvil, intentando identificar bajo sus pies los restos de las tumbas milenarias que rodeaban en espiral su planta circular. Estas, ante su estupor, parecían exhalar cierto olor nauseabundo, en un suelo arenoso especialmente irregular en esta zona, donde adquiría un tono cobrizo.

Absorto ante tanto desconcierto, alzó la mirada a la torre. En su cara oscura, era incapaz de apreciar detalle alguno, salvo el leve contraste del hueco de entrada y su inminente escalera de caracol que ascendía casi desde fuera, como si cualquier desplazamiento horizontal estuviese prohibido en su interior.

Aún sin haberlo decidido, entró, y comenzó a subir...

La exagerada inclinación, tosquedad y vulgaridad en suma de aquella escalera de piedra, estuvo a punto de acabar, en pocos minutos, con toda la emoción contenida durante el acercamiento y acceso a aquella edificación tan arcaica, de no ser, por el atractivo y a la vez tétrico paisaje, que una ventana de arco en semicírculo y tupida reja cuadricular situada cada cinco cuartos de vuelta, mostraba ante sus ojos.

Aunque jamás había sentido tanta soledad como en aquel instante, pensó en el continuo flujo de personas que debía transitar habitualmente por aquella zona baja de la torre, por la infinidad de huellas que modelaban el barro atrapado en la porosidad de la piedra que pisaba.

Así permaneció, subiendo sin parar durante más de una hora, hasta divisar, ya al límite de sus fuerzas, un detalle que le sobresaltó.

Una ventana, similar a todas las anteriores por las que había pasado, carecía de reja. Tal vez, pensó, asomándose lateralmente, la explicación estuviera en la posición sobre el muro exterior, aproximadamente a medio metro del hueco, de una vieja campana de tamaño mediano de la que colgaba un trozo de cuerda, deshilachado en su extremo por el uso, y al que podría acceder si se inclinaba lo suficiente.

En el borde inferior de la campana y orientada hacia la ventana, pudo apreciar, no sin cierta dificultad, ilusoria a la luz de su creciente inquietud y sed de nuevos estímulos, una inscripción labrada en el metal, que llegó a comprender rápidamente y que le mantuvo extasiado durante unos minutos.

El pequeño descanso, motivado por el hallazgo de aquella novedad irrelevante en apariencia, y las sorprendentes vistas que a tal altura podía divisar, incluida la porción de suelo más cercana a la torre al carecer de obstáculos en la ventana, le aportaron la fuerza física y moral suficiente para continuar el ascenso.

A pesar de que aquella interminable escalera circular no se interrumpía al pasar junto a esta ventana tan singular, ni con otras similares que encontró más adelante, estas paradas constituyeron para él verdaderos puntos de inflexión, en los que no faltaba un manuscrito alentador, al pie de una campana cada vez más voluminosa.

El enunciado que encontraba, siempre añadía alguna novedad a los anteriores, cuya interpretación se relacionaba directamente con las posibilidades de comprensión del nuevo. Era como si dialogasen entre ellos.

Y así, subiendo y subiendo por aquella escalera, cada vez más limpia y ajena al trasiego humano, llegó a agotar todas las horas del día, en las que pudo observar, cada cinco vueltas, cómo la sombra eterna de la torre se arrastraba barriendo el horizonte. En el lado opuesto, un sol ralentizado, embrujado ante la perseverante locura de sus pies, protagonizaba el ocaso más largo de su vida...

Llegada la oscuridad más absoluta de la noche, el adiestramiento había sido tal, que aún podía caminar mejor y más rápido. Aunque llegó a temer por la posibilidad de que algún cambio estructural en el camino le hiciese tropezar y caer, o lo que él consideraba peor, que la falta de luz hiciese ininteligibles las inscripciones que iba encontrando a su paso, se sorprendió al descubrir que éstas, emanaban luz por sí mismas, y le otorgaban la valentía suficiente para seguir caminando... incluso a ciegas.

Al amanecer, cuando las sombras aún se esparcían por igual en todo el cementerio, y ante la absoluta indiferencia de sus piernas que seguían con su trabajo, pudo apreciar tras una reja, con una mirada acertada y fugaz, la figura lejana del enterrador ocupado en sus labores junto a una carreta.

Muy pronto, la oscuridad se cobijaría bajo el amparo de la torre, para comenzar a desfilar por toda aquella extensión de terreno, de izquierda a derecha. A estas alturas, aquel extraño campanario, una apreciada intuición y su propio esfuerzo, le habían aportado justo lo imprescindible para continuar allí y seguir subiendo...

Superó tantos escalones como reproches podía tolerar la solidez de sus principios, y una vez más, colmado de ilusión, se asomó lateralmente por otro hueco de ventana. En la base de una enorme campana cogada de una robusta viga de madera por el exterior del muro, fue a toparse con una inscripción que, por primera vez, no alcanzaba a comprender.

-No es para mí- pensó.

En aquel momento, los cimientos sobre los que sustentaba su gozo, cayeron como una torre de naipes, y permaneció cabizbajo y reflexivo, en un intenso enfrentamiento consigo mismo.

Al cabo de un buen rato de permanecer allí, inmóvil, y ante su asombro, una alegría inigualable que sólo él podría describir, inundó su ser. Afortunadamente descubrió, que la sinrazón de aquellas palabras inconexas constituían la última pieza que faltaba en el puzzle de su propio entendimiento, y éste, en su conjunto, obró el milagro...

Un toque grave y pausado de campana resonó en varias millas a la redonda.

Aunque queda abierto a la interpretación del lector en qué instante de este relato la vida habitó el cuerpo de este individuo y en qué momento lo abandonó, he de decir que tardó nada menos que un minuto en llegar al suelo, y que el golpe resultó notable entre los suyos y, por su virulencia, digno de ser recordado.

Fue el propio sonido del impacto el que acabó con el descanso de dos bueyes que, atados a una carreta y adiestrados para la ocasión, sólo tuvieron que andar unos pasos para situarse junto al desconcierto de aquel organismo inerte. Con total indiferencia y con el mismo trato que le hubiese dado en vida, el enterrador tomó el cuerpo y lo arrastró hasta la carreta.

Aquel tipo desconocido, de astutos andares curvos, aunque rectos en apariencia, aún tenía por delante un buen trecho que caminar por la alfombra oscura, hasta llegar a su destino. Bajo un sol de justicia, y al pie de una fosa cavada en el crepúsculo de la mañana, aguardaba ya una multitud que había sido atraída por el toque funerario.

Pronto llegaría el enterrador... y la interminable sombra.

Una vez iniciada la marcha y tras acuciar a golpe de vara a uno de los bueyes, dirigió la mirada hacia atrás. Con una sonrisa burlona y exhibiendo unos ojos extremadamente claros, casi blancos, pudo leer aún a cierta distancia y en la penumbra, una frase tallada en piedra, sobre el hueco de acceso a la torre.

Traducida desde la oscuridad, decía lo siguiente:

"El hombre muere cuando más sabe"


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Otros relatos de un miope confeso...

Muscidae Occasus
El domador de estrellas
El ojo de cristal
Monstruos de-mentes
Embudo temporal
A contraluz
La sonrisa invertida
La acusación particular
Brotes de sinceridad
La elección

(Todos los relatos)

viernes, 19 de agosto de 2011

La pérdida del ahora: el engaño fundamental

La mirada del ocaso - Playa de la Barrosa (Chiclana)


"Incluso si acepto completamente que en últimas el tiempo es una ilusión ¿qué diferencia va a causar esto en mi vida? Aún tengo que vivir en un mundo que está completamente dominado por el tiempo.

La aceptación intelectual es simplemente otra creencia y no cambiará mucho su vida. Para realizar esta verdad, usted tiene que vivirla. Cuando cada célula de su cuerpo esté tan presente que se sienta vibrar con la vida, y cuando usted pueda sentir en cada momento de la vida la alegría del Ser, entonces puede decirse que usted está libre del tiempo.

Pero todavía tengo que pagar las cuentas mañana, y me volveré viejo y moriré como los demás. ¿Cómo puedo decir que estoy libre del tiempo?

Las cuentas de mañana no son el problema. La disolución del cuerpo físico no es un problema.

El problema es la pérdida del Ahora, o más bien: el engaño central que convierte una mera situación, evento o emoción en un problema personal y en sufrimiento.

La pérdida del ahora es la pérdida del Ser.

Ser libre del tiempo es ser libre de la necesidad psicológica del pasado para su identidad y del futuro para su realización. Representa la transformación más profunda de la conciencia que usted pueda imaginar. En algunos casos raros, este cambio en la conciencia ocurre dramática y radicalmente, de una vez por todas. Cuando ocurre, generalmente viene por medio de una rendición total en medio de sufrimiento intenso.

La mayor parte de las personas, sin embargo, tiene que trabajar en ello.

Cuando usted ha tenido los primeros atisbos del estado intemporal de conciencia, comienza a avanzar y retroceder entre las dimensiones del tiempo y la presencia. Primero se vuelve consciente de cuán raramente su atención está realmente en el Ahora. Pero saber que no está presente es un gran éxito: este reconocimiento es presencia, incluso si inicialmente sólo dura un par de segundos del tiempo de reloj y se pierde de nuevo.

Después, con frecuencia creciente, usted escoge tener la atención de su conciencia en el presente, más que en el pasado o en el futuro y cada vez que se da cuenta de que había perdido el Ahora, puede permanecer en él, no por un par de segundos sino por periodos más largos percibidos desde la perspectiva externa del tiempo del reloj.

Así que antes de estar establecido firmemente en el estado de presencia, es decir antes de ser completamente consciente, usted fluctúa por un tiempo entre la conciencia y la inconsciencia, entre el estado de presencia y el de identificación con la mente.

Usted pierde el Ahora y vuelve a él, una y otra vez.

Eventualmente, la presencia se vuelve su estado predominante.

Para la mayor parte de las personas, la presencia no se experimenta nunca o sólo accidental y brevemente en escasas ocasiones, sin ser reconocida como lo que es. La mayoría de los seres humanos alternan, no entre conciencia e inconsciencia sino sólo entre distintos niveles de inconsciencia."


Eckhart Tolle - "El poder del ahora"

jueves, 28 de julio de 2011

Hacia ninguna parte


Queridos amigos, aunque desconozco la trascendencia que para vosotros tendrá lo que voy a expresaros a continuación, debéis entender que estoy aquí por algún motivo y otros motivos habrá para tener los amigos que tengo y por los que éstos, de buena voluntad, me dirigen su atención en este momento.

De pequeño siempre me gustaba dibujar cosas al azar con un simple lápiz de la forma más realista posible, hasta donde alcanzaba mi destreza manual y mi capacidad para visualizar las cosas tal y como son, o al menos, tal y como se espera de cualquier ser humano sometido a…

Actualmente me cuesta creerlo y me dan escalofríos cuando descubro que, por aquellos entonces, no tenía la menor idea de cómo yo actuaba, o mejor dicho de cómo… mm… mi mente, actuaba por mí.

Ahora me gusta dibujar flechas.

Flechas que arrastran la atención hacia un abismo de incomprensión, nuestro hogar, justo allá donde los pensamientos tienen el terreno vedado, en la periferia del intelecto, frontera del reino inaudito de la falsedad, y que traspasan la piel que compartimos con quienes creemos ser, hacia aquellos que realmente somos.

En el caos del orden esférico de nuestra mente, todos los pensamientos son curvos, salvo aquel que, por rectilíneo, es extremadamente inútil aquí, pero fértil allá, pues representa un vector que apunta hacia… da igual, hacia fuera.

Y ya acabo mi dibujo.

Ah, se me olvidaba. He de deciros que esta flecha, por ser conscientemente comprendida, me salió torcida, siendo por ello inofensiva, o tal vez todo lo contrario, según se mire.

No busquéis la flecha, porque no la vais a ver.

Ahora no uso lápiz, sino palabras.


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lunes, 4 de julio de 2011

La acusación particular



Cuando por fin puso los pies en la calle, ya había perdido la noción del tiempo, y extraviado incluso el olvido de su verdadera identidad.

– Debe ser el año más corto jamás visto – Pensó, mientras avanzaba a duras penas entre una variada muchedumbre que, aunque sólo fuese colectivamente, parecía dirigirse hacia algún sitio. Ajenos a todo en un rincón, unos niños amontonaban la poca nieve que aún podían rescatar bajo una colorida capa de papelillos de carnaval mezclados con la cera aún caliente de las procesiones, para dar forma a un gracioso muñeco de Navidad, muy bien visto por aquellas fechas.

Tras adentrarse por una ajustada callejuela pudo caminar más desahogado, aunque una colección completa de guirnaldas apenas dejaba al descubierto una porción de cielo nocturno, donde degustar siquiera alguna que otra estrella. Un pasadizo inundado por una agradable brisa que no se dejaba sentir, le condujo a una pequeña plaza, desde la que sólo tuvo que dejarse caer por un angosto callejón peatonal de un solo sentido, para llegar a su destino: “COMISARÍA Nº 7” podía leerse sobre la puerta con letras gruesas, semiocultas bajo unos coloridos macetones sin flores que colgaban del balcón superior.

Nada más entrar, encontró a un guardia sentado junto a la puerta, de aspecto rudo y a la vez relajado.

– Buenas noches, quería poner una denuncia.

Este le contestó de inmediato, sin apartar la vista de una lista interminable de nombres que envolvía toda la mesa y parecía retornar allí de nuevo después de merodear por toda la sala.

– ¿Qué le ha ocurrido?

– Me han secuestrado – Y prosiguió, esta vez ante la mirada atenta del agente.

– Me han tenido mucho tiempo encerrado, y esta misma tarde… he podido escapar.

Al menos media docena de gendarmes ocupaban este primer espacio de la comisaría en mesas adyacentes. Atareados con el fragmento de listado recibido sobre sus pupitres, se afanaban de vez en cuando en anotar algo con letras rojas en el espacio vacío, a la derecha de la columna infinita de nombres que circulaba sin descanso ante sus ojos. A juzgar por la longitud de las grafías, bien pudieran tratarse de más nombres, que debían emparejar con los primeros.

El primer guardia, después de tachar un par de líneas semivacías en la relación recibida de sus compañeros y almacenarla de forma continua en un cesto bajo la mesa, y no sin antes copiarlas al otro extremo de la ristra de papel para enviarlas de nuevo a paseo, se dispuso a reanudar el interrogatorio.

– Por favor, siéntese. Cuéntenos sobre el aspecto de sus captores con el mayor detalle, todo lo que sepa. Así podremos actuar con rapidez.

La trascendencia de un caso tan prometedor acaparaba ya toda la atención de los gendarmes más próximos, interrumpiendo sus labores. En pocos segundos, la curiosidad contagiaría al resto del personal.

– Tengo miedo… mucho miedo. Durante años, me amenazaron repetidamente con acrecentar mi sufrimiento, si en alguna ocasión lograba escapar y delatarles…

– No debe temer nada, tranquilícese. Tal vez no esté a salvo ahí afuera, pero aquí lo estará, sin duda. Por favor, cuénteme, ¿dónde le han retenido?

– Bueno… mmm… – Abriendo completamente los ojos, parecía envalentonarse – Le parecerá un tanto extraño. Durante décadas, he creído estar libre, rodeado de montañas, frondosos bosques… hermosos paisajes… pero solamente en la distancia.

– ¿Cómo dice? ¿Le han tenido secuestrado en el campo?... ¡¿Ha dicho décadas?!

Las miradas se cruzaron ingenuas entre los agentes, entretejiendo un ambiente primero sorpresivo y después, a juzgar por el aspecto normal de la víctima, con tintes festivos…

– Verá, no voy a negar que he tenido libertad de movimientos durante todo este tiempo. Le diré más bien, que sólo fue relativo. Por más que intentaba dirigirme hacia esos parajes inconmensurables que podía divisar en la lejanía, jamás logré alcanzar ninguno de ellos. Es más, finalmente pude averiguar que, en lugar de moverme yo, era siempre el suelo el que avanzaba en sentido contrario al mío – Terminó diciendo, como el que llega exhausto a la meta de un maratón, pero muerto de… no cansancio, sino vergüenza.

En total, entre los gendarmes que permanecían en sus puestos escuchando absortos, mostraban en aquel momento una veintena de dientes, bajo una media sonrisa no exenta de ironía.

La declaración continuó, y durante un largo rato fue testimoniando con todo lujo de detalles su estancia en aquel lugar cada vez más extraño. Cómo descubrió la interminable e inesperada inmovilidad a la que estuvo sometido para acabar finalmente contagiando su quietud al mismísimo suelo. De qué forma, un breve pero intenso golpe de agudeza visual que no merece ser descrito aquí, le llevó de un salto a darse de bruces contra el lejano horizonte tan anhelado…

– Un pliegue – Dijo.

En este momento, la risa, disfrazada de incredulidad y desconcierto, traspasó incluso los límites de este relato.

– Eran dibujos. Estaba rodeado de pinturas murales…

Esto último potenció lo que cada uno de los allí presentes, pensaba en aquel instante. El guardia, levantando una mano en el intento de acallar el tropel creciente de carcajadas, sólo pudo romper su propio silencio, al tomar la palabra con voz algo subida de tono y exageradamente pausada.

– Por favor, dígame. ¿Quién le hizo TODO esto? – Le preguntó, con la misma mirada compasiva con que ahora todos, por fin en silencio, le observaban. El abrupto énfasis al final de la frase, no hacía sino insinuar que a este individuo debió ocurrirle mucho más de lo que textualmente, contaba en la narración de los hechos.

Su primera respuesta fue un gesto negativo, al tiempo que bajaba vergonzosamente la cabeza. Dirigiendo después la mirada hacia una de las cintas plateadas que adornaban la sala formando olas a diferentes alturas sobre la pared, sentenció profusamente en un acto de rendición:

– He sido yo.

El suelo, se mostraba ahora vertiginoso bajo sus pies, y en sus ojos húmedos se reflejaban majestuosas montañas de picos nevados, oscurecidas a contra luz por un sol abatido que descendía solemne entre pequeños cirros anaranjados, hacia el océano. Tan sólo reflejos, en la cruel soledad de un falso mar de esperanzas que comenzaba a desbordarse sin piedad alguna por sus mejillas…


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lunes, 2 de mayo de 2011

Los estados de ánimo



Sin duda alguna, los estados de ánimo son a la vez causa y consecuencia de nuestros pensamientos. Comprenderlos, supone dar un importante ‘golpe de efecto’ en el incesante flujo mental en el que permanecemos inmersos.

La observación directa de la corriente mental constituye la exploración individual de cada uno de los ingredientes básicos de nuestra vida (pensamientos), mucho más trascendentales que cuanto sucede a nuestro alrededor. En cambio, la observación de las emociones se asemejaría a la degustación de un plato cocinado en la búsqueda de información sobre los ingredientes elegidos y por supuesto, sobre las intimidades del chef que lo preparó.

Todo lo contrario a engullir sin más…

En línea con la labor introspectiva a la que siempre hago referencia en este blog y a la que me considero adicto, me gustaría en esta ocasión recomendaros el libro “Los estados de ánimo, el aprendizaje de la serenidad” de Christophe André, que me ha servido y seguirá sirviendo de gran ayuda, al menos mientras continúe buceando en el desconocimiento de mí mismo…

Os dejo algunas recetas de este magnífico ‘tratado gastronómico’:


“Aceptar y cultivar todos los estados de ánimo propios representa una fuente de enormes riquezas. Aceptar en nosotros cierta psicodiversidad entraña grandes beneficios. Según una metáfora clásica en la psicoterapia humanista, se trata de ser el tablero, en lugar de las piezas. No hay que intentar jugar las negras contra las blancas, lo positivo contra lo negativo, sino comprender que ambas polaridades nos resultan útiles. Y que, sin ambas, no hay partida, y por tanto ningún interés.”

“El budismo habla a ese respecto de la renuncia, o del espíritu de emergencia: ‘Sentir perfectamente hasta qué punto se es vulnerable al sufrimiento –explica el Dalai Lama-, y una vez constatada esta vulnerabilidad absoluta […] se puede entrever la posibilidad de liberar la mente’.”

“No hay que lanzarse (o prudentemente y con exigencias) a querer contestar a la pregunta del ‘¿por qué estoy tan triste?’, que aspirará y atraerá todas nuestras insatisfacciones y limitaciones, todas esas carencias que se arrastran por nuestra vida como por todas las vidas. Sino que más bien hay que incidir en la cuestión del ‘cómo’: ‘¿Cómo ha empezado mi tristeza? ¿Qué sucede en mí? ¿Cómo me pesa todo esto en el cuerpo? ¿En mis pensamientos?’. Saber observar el raudal de los estados de ánimo resulta entonces muy preciado y apasionante. Se trata de una actitud dinámica y fecunda, infinitamente más que las sombrías cavilaciones acerca del porqué.”

“Aprender a ver mejor con los ojos del alma. Como Rainer Maria Rilke: ‘Aprendo a ver. No sé por qué todo me penetra profundamente, y no llega hasta donde, hasta ahora, todo acababa. Tengo un interior que ignoraba. Ahí es donde, a partir de ahora, todo halla su fin. No sé qué sucede’.”

“Si no comprendemos nuestros estados de ánimo, nos sacudirán y pondrán en apuros. Reaccionaremos, bajo su influencia, como niños. En lugar de ser una riqueza, se convertirán en una traba. En lugar de ayudarnos, nos enredarán. Eso que se denomina madurez reposa, más que en nuestras competencias intelectuales, en esta dimensión emocional, en esta capacidad de percibir y pacificar los movimientos internos.”

“Se utilizan muchas metáforas para explicar de manera imaginaria lo que podría ser la regulación de los estados de ánimo. Está la de la embarcación en el río: se sigue la corriente (los estados de ánimo), pero sosteniendo el timón para orientar la barca. De ese modo es posible alcanzar una ribera, a fin de explorar el territorio (estados de ánimo negativos), o bien la otra, para hacer acopio de provisiones (estados de ánimo positivos). También está la del policía en el cruce del que hablábamos hace un instante: se ocupa de que los estados de ánimo no aparquen demasiado tiempo en medio del paso, que todos puedan circular, ir y venir, hacer lo que tienen que hacer sin obstaculizar a los demás (…). Otra comparación: sin ocuparnos de ellos, los estados de ánimo se parecen a un bosque ‘primario’, abandonado a su estado natural. Dicho de otro modo, absolutamente prohibido el acceso a los seres humanos, que deben renunciar a pasear por él. No se trata de transformar los estados de ánimo en jardines a la francesa, donde todo aparecerá señalizado, cortado y recortado, sino en un bosque cuidado, con caminos, podas ocasionales y el cuidado para respetarlo al convertirlo en accesible. Un bosque es bello, interesante y, a veces, inquietante. Se intenta no perderse, pero sería una equivocación no pasear por él. Es el núcleo de la regulación de los estados de ánimo.”

“Sólo nos hemos hecho dependientes de una manera de regular los estados de ánimo comprando algo, consumiendo algo. Una manera poco eficaz y clara de ocuparse de uno mismo: llenarse el cerebro de vacío, los estómagos de porquerías y los armarios de inutilidades, a fin de paliar las fluctuaciones de los estados de ánimo. ¿Pero cómo es que funciona tan bien? Ese es el genio del marketing y la publicidad (…).”

“Hablando más en serio, la contaminación material consumista se apoya en promesas de pequeñas alegrías mostradas por la publicidad, que siempre funcionan de la misma manera: se asocia un ‘valor’ eterno y legítimo (divertirse con los seres queridos, los amigos, darse un gusto o dárselo a alguien, pasar un momento agradable) a un producto (café, coche) que quieren vendernos.
Así se crean esperanzas frustradas, y se fabrican frustraciones que las personas no atribuirán a esas manipulaciones, sino a sus vidas. Y por ello intentarán cambiar las dimensiones materiales (mudarse de casa, encontrar otro trabajo, una nueva pareja) o psicológicas (ir al psiquiatra, que intenta reparar los destrozos).”

“Nuestra pseudo-libertad materialista es la de las bestias esclavizadas. Nos hemos convertido en animales de cría, o de zoológico. Alimentados, cebados, cuidados, pero deambulando tristes en nuestras jaulas, neuróticos. Y psicológicamente frágiles.”

“Debemos liberarnos de dos grandes males modernos: el TMD y el TBD. TMD significa too much disorder: la enfermedad de demasiadas cosas. Y TBD es too busy disorder: la enfermedad del demasiado que hacer. El antídoto procederá de la histórica consigna de Thoreau: ‘¡Simplificad!’. ¡Más de menos y menos de más! Poseer menos y hacer menos se han convertido en necesidades contemporáneas.”

“Nos podemos refugiar, también, en cavilaciones o ensoñaciones, o bien en esperanzas, vivir enredados en nuestras quimeras y anhelos, sin salir jamás a tomar el aire en la vida ligera. Ligera porque carece de expectativas, sin otra intención que sentir y observar lo que es estar vivo y presente.”

“La experiencia de despertar es un relámpago de intuición. Va acompañada, a veces, de una sacudida física, y puede darse una participación del cuerpo: nos podemos sentir ligeros, o pesados, distintos de cómo nos sentíamos un instante antes. Casi siempre se siente una modificación de la percepción del paso del tiempo: inmovilidad del tiempo percibido, como un ralentí psicológico.
El poeta Christian Bobin también habla de ‘un estado de conmoción tranquila’. Se trata de un estado en que los extremos se mezclan sin dificultad: lucidez y perplejidad, ligereza y sensación de profundidad. Impresión de revelación. Pero, en realidad, se tardará días y semanas en comprenderlo todo, en desenredarlo. Tal vez, toda una vida.”

“Lo que suele ser urgente es: hacer la compra, limpiar, llevar a arreglar el coche, hacer que los niños reciten sus lecciones, cocinar, trabajar… Lo que es importante es: reírse con los seres queridos, ver a los amigos, mirar cómo pasan las nubes por el cielo… En general, lo urgente es ruidoso y nos pone en movimiento; resulta difícil resistirse. Mientras que lo importante es silencioso, se deja olvidar, sin hacer ruido, con suavidad. Pero descuidarlo nos provocará poco a poco una profunda sensación de frustración o de vacío existencial, cuya razón no acabamos de identificar. Hasta que finalmente se comprende: ¿cuánto tiempo hace que no he mirado las estrellas? ¿Cuánto tiempo hace que no me paseo con los niños por el bosque? ¿Cuánto tiempo hace que no he pasado un domingo por la tarde junto a la chimenea charlando con los amigos?

¿Mucho? Hummm… ¿Y si esa fuese mi enfermedad?”


Christophe André - "Los estados de ánimo,
el aprendizaje de la serenidad"

viernes, 22 de abril de 2011

Hágase

Desfiladero de los Gaitanes (El Chorro - Málaga)


"No hace falta ser cristiano para comprender la profunda verdad universal contenida simbólicamente en la imagen de la cruz.

La cruz es un instrumento de tortura. Representa el sufrimiento más extremo, la mayor impotencia con la que un ser humano puede toparse. Entonces, de repente, ese ser humano se rinde, sufre voluntariamente, conscientemente, y eso queda expresado en las palabras: "Hágase tu voluntad, y no la mía." En ese momento, la cruz, el instrumento de tortura, muestra su cara oculta: también es un símbolo sagrado, un símbolo de lo divino.

Lo que parecía negar la existencia de cualquier dimensión trascendental en la vida, se convierte, mediante la rendición, en una abertura a esa dimensión trascendental."

Eckhart Tolle - "El silencio habla"

jueves, 7 de abril de 2011

Sipluscuamperfeccionismo


...si hubiera o hubiese nacido en un lugar diferente…
…si hubiera o hubiese tomado la elección que no tomé…
…si hubiera o hubiese aprovechado el tiempo que perdí…

…entonces hubiera o hubiese hecho justo lo contrario de lo que hago…
…hubiera tenido más de lo que tengo…
…hubiese creído ser más de lo que soy…

…pero igualmente hubiese sido el mismo…
...mi mente hubiera estado igualmente ocupada...
…e igualmente hubiese estado ausente de este momento…

Su desorbitado e incomprendido coeficiente intelectual por fin tenía cura, pues le llevó a comprender que debía desprenderse de él, e incluso le reveló cómo hacerlo. Acto seguido, depositó su inteligencia en una bolsa de basura, la cerró y la dejó en el portal.

Desde aquel instante, no anheló jamás la felicidad, sino únicamente permanecer consciente…


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martes, 22 de marzo de 2011

Prisiones mentales



"Cada ego contiene algún elemento de lo que podríamos llamar 'identidad de víctima'.
La imagen de víctimas que algunas personas tienen de sí mismas es tan fuerte que se convierte en el núcleo central de su ego. El resentimiento y los agravios forman parte esencial de su sentido del yo.

Aunque tus agravios estén completamente 'justificados', te has construido una identidad de víctima que se parece mucho a una prisión cuyos barrotes están hechos de formas mentales.

Mira lo que te estás haciendo a ti mismo o, más bien, lo que te está haciendo tu mente. Siente tu apego emocional por tu historia de víctima y date cuenta de la tendencia compulsiva a pensar o hablar de ella.

Mantente presente como testigo de tu estado interno.

No tienes que hacer nada.

Con la conciencia vienen la transformación y la libertad
."


Eckhart Tolle - "El silencio habla"

domingo, 6 de marzo de 2011

Lo más significativo

"Quizá te haya pasado inadvertido que esos breves periodos en los que 'eres consciente sin pensamiento' ya ocurren natural y espontáneamente en tu vida. Puedes estar realizando alguna actividad manual, o paseando por la habitación, o esperando en el mostrador de la aerolínea, y estar tan completamente presente que el ruido mental de fondo disipa y es reemplazado por la presencia consciente. También puedes estar mirando al cielo o escuchando a alguien sin que surja ningún comentario interno. Tus percepciones se vuelven claras como el cristal, no están empañadas por el pensamiento.

Para la mente, todo esto no es significativo, porque tiene cosas 'más importantes' en que pensar. Además, no es memorable, y por eso te ha pasado inadvertido.

Lo cierto es que es lo más significativo que puede ocurrirte.

Es el principio de un cambio desde el pensamiento hacia la presencia consciente."


Eckhart Tolle - "El silencio habla"

viernes, 25 de febrero de 2011

Desaparecido

Gigantismo forestal - El Bosque


Eres especial.

Y lo eres justo en la misma medida que tus semejantes.

¿Sabes quién eres realmente?

Aquel que reconoce y se alegra, justo en la misma medida, de ambas verdades.

Búscate.

domingo, 13 de febrero de 2011

La elección

Reflejos dorados

Sin lugar a dudas, he aprendido de la mayoría que en río revuelto es preciso dejarse llevar, y aunque el ángulo de maniobra se reduce considerablemente, aún queda margen suficiente para alcanzar alguna que otra ribera, siempre inexplorada…

Sin más útil que mis propios pies, no son pocas las piedras que encuentro a mi paso y en las que afortunadamente, consigo apoyarme. Multitud de formas rocosas que emergen de entre aguas turbulentas y que de no ser por la resistencia que ofrecen al fluir de la corriente, bien podría decirse que flotan en la superficie, ajenas a la oscura profundidad de este manantial insondable.

Después de cada salto, nace una nueva perspectiva, sin duda.

De entre todas las piedras que a mi juicio se muestran a mi alcance, fijo la atención en la más apetecible, aquella que promete más seguridad y a la vez capacidad para soportar todo el peso de mis ansias.

De estar yo en posesión de la verdad, o de creérmelo, me hubiera abalanzado sin más.

No obstante, a pesar del sonido amenazante de cascadas y traviesos torbellinos disfrazados de insatisfacciones, y la inquietante hermosura en los reflejos dorados de un sol siempre decreciente, presagio de la más absoluta oscuridad que cabalga hacia estos parajes, hago una pausa.

Buscando el motivo de mis anhelos, me pierdo un instante, a veces eterno. Pero al igual que emergen los deseos, aunque no sin dificultad, afloran también las causas, y éstas irremediablemente conducen a su tansmutación.

Aquella piedra tan deseada, perdió todo el protagonismo, todo el misterio, pues para bien o para mal, no hay magia alguna para aquel que acaba descubriendo el truco que la sustenta.

Es justo en este momento, cuando me decido firmemente a dar el salto… ¿no es eso lo que la mayoría espera de mí? ¿Podrá reprochárseme algo?

Ahora, de entre todas las opciones, es precisamente en aquella piedra donde quiero estar, contemplando así la inaudita perspectiva que me otorga un deseo desintegrado a voluntad: la piedra equivocada del camino equivocado… de la vida.

No ha sido sino la humildad, la que me reveló el verdadero valor de la desconfianza propia y de la dinámica que surge a tenor del colmo del inmovilismo: de todos los lugares posibles, el más inexplorado es siempre aquel en el que me encuentro…


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domingo, 6 de febrero de 2011

Observa

Hacia la cima de El Torreón (Grazalema)


Incluso la condición de verdadero o irreal, de auténtico o de falso, pasa a un segundo plano, cuando es observada, sin más.

viernes, 28 de enero de 2011

Palabras Vs Silencios

"Si su pasado fuera tu pasado, si su dolor fuera tu dolor, si su nivel de conciencia fuera tu nivel de conciencia, pensarías y actuarías exactamente como él o ella.

Esta compresión trae consigo perdón, compasión y paz.

Al ego no le gusta oír esto, porque pierde fuerza cuando no puede mostrarse reactivo y tener razón.

Cuando recibes como a un noble invitado a cualquiera que venga al espacio del Ahora, cuando permites a cada persona ser como es, él o ella empieza a cambiar.

Para conocer a otro ser humano en su esencia, no te hace falta saber nada sobre él: su pasado, su historia personal, sus experiencias. El 'saber acerca de' lo confundimos con un conocimiento más profundo, un conocimiento no-conceptual. 'Saber acerca de' y el conocimiento no-conceptual son dos formas de conocer completamente distintas. Una tiene que ver con la forma; la otra, con lo informe. Una opera a través del pensamiento; la otra, a través de la quietud.

'Saber acerca de' resulta útil a nivel práctico; de hecho, es imprescindible. No obstante, cuando ése es el modo predominante de conocer en las relaciones, se vuelve muy limitante, incluso destructivo. Los conceptos y pensamientos crean una barrera artificial, una separación entre los seres humanos. Entonces tus interacciones no están enraizadas en el Ser, sino que se basan en la mente.

Cuando no hay barreras conceptuales, el amor se encuentra presente de manera natural en todas las interacciones humanas."


Eckhart Tolle - "El silencio habla"

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