lunes, 4 de marzo de 2013

Perseverancia


«Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?’. Pero él le respondió: ‘Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas’».

Lc 13, 1-9

miércoles, 22 de agosto de 2012

Un poco más de autoconocimiento...


"Si nace un pez en su acuario y usted lo llama John, escribe un certificado de nacimiento, le cuenta sobre su historia familiar y dos minutos más tarde se lo come otro pez, eso es trágico.

Pero solamente es trágico porque usted proyectó un ser separado donde no lo había."

Eckhart Tolle - "El poder del ahora"


sábado, 4 de agosto de 2012

Tránsitos



He de confesar que, ante tanta soledad, llegué a sentir miedo.

Ciertamente, aquel corredor por el que tenía la sensación de haber pasado miles de veces, ahora me ofrecía una perspectiva inédita del lugar en el que me encontraba. Nunca antes había observado de aquel modo las interminables hileras de puertas dispuestas a ambos lados de un pasillo eterno, en la convergencia, allá donde mi vista lograba alcanzar, de un punto de fuga no menos absurdo que mi entorno más inmediato.

Tal afinamiento de puertas blanqueadas al son de suelo y techo, bañadas por una tenue luz de origen incierto, no dejaba espacio alguno para las paredes. Y en todas, una alargada maneta reluciente y un cartel sobreimpreso en letras mayúsculas: “SUEÑOS”, sobre otra inscripción algo más pequeña: “Pase sin llamar”.

Cuando me dí cuenta, tenía la mano cómodamente apoyada en una de las manetas. Tal vez fue mi habitual tendencia a la observación de lo insignificante y lo absurdo, la que me detuvo por unos instantes. Volviendo la vista atrás, tan solo tardé un segundo en olvidar tal gesto, ante la descomunal simetría que percibí en ambos sentidos a lo largo de aquel pasaje abisal de longitud desmedida.

Y todo me pareció entonces familiar. Demasiado familiar.

Una nueva actuación de mi desconfianza hacia lo ínfimo, me hizo rehusar aquella puerta, e incluso algunas más, apenas avanzaba unos pasos. Mientras buscaba razones reales para justificar tal desplazamiento estéril, algo me sobresaltó en la lejanía, interrumpiendo la blanca linealidad de aquella galería insondable. Aunque creí apreciar la presencia de una figura oscura, cuando fijé allá mi atención, ya no estaba. –Tal vez un problema en la iluminación- pensé, para cuestionarme acto seguido… -¿Cuánto costará mantener todo esto?

Con la vista en el infinito, noté entonces otro parpadeo casi inapreciable, como el de una estrella lejana. Y otro más…

De repente, me sobresaltó la apertura de golpe de una de las puertas junto a las que yo pasaba en aquel momento. Alguien se me avalanzó y casi me aplasta, de no ser por mis reflejos… Curiosamente, antes de cerrar la puerta de la que provenía, ya había abierto otra al otro lado, por la que se escurrió ipso facto.

Aunque todo sucedió en un segundo y casi me mata de un susto, la entrada de aquel tipo al nuevo aposento, me permitió echar un vistazo a su interior desde fuera. El recinto no era más ancho que su propia puerta de acceso, y al menos media docena de individuos permanecían de pie apoyados sobre la pared izquierda, de varios metros de profundidad. Parecían estar expectantes ante otra puerta situada en la pared opuesta. Aunque había allí otra inscripción, tan sólo pude distinguir lo que ponía debajo: “Espere a ser llamado.”

La puerta se cerró y la tranquilidad regresó a aquel pasadizo inmundo y solitario. No recuerdo mucho más, salvo que aún caminé junto a un centenar de puertas, con la mirada hundida en el continuo parpadeo provocado por el tránsito fugaz de aquellos seres extraños de presencia infinitesimal.

Justo antes de despertarme el estridente motor de uno de los lujosos yates que transitan por estas aguas, creo que terminé por entrar en una de aquellas extrañas habitaciones…

Recostado acá a la sombra en esta confortable tumbona, y en el merecido disfrute de una de las mejores playas del planeta, aún tengo tiempo de escribir estas líneas antes de reunirme con la comitiva en el hotel para presentar mi nuevo proyecto. Esta noche me arrimaré de nuevo al mar, para festejar el éxito echando unas copas en el chiringuito de aquí al lado con esos jóvenes, y jóvenas…

Mi trayectoria promete, nunca estuve tan seguro.

La vida es bella.

Safe Creative #1208042068913

viernes, 6 de julio de 2012

El guasón de Higgs


El único descubrimiento veraz que la ciencia puso de manifiesto hasta el momento,
fue su incapacidad para realizar hallazgos incondicionalmente invariables.

domingo, 24 de junio de 2012

Por bulerías


"No puedo creer que pueda llegar a un punto en el que esté completamente libre de mis problemas.

Tiene razón. No puede alcanzar nunca ese punto porque está ahora en él.

(...)

Use sus sentidos plenamente.

Esté donde está.

Mire a su alrededor.

Mire solamente, no interprete.

Vea la luz, las formas, los colores, las texturas.

Sea consciente del espacio que permite que todo sea.

Escuche los sonidos; no los juzgue.

Escuche el silencio que hay bajo los sonidos.

Toque algo -cualquier cosa- y sienta y reconozca su Ser.

Observe el ritmo de su respiración, sienta el aire que fluye hacia adentro y hacia fuera, sienta la energía de la vida dentro de su cuerpo.

Permita la condición de ser de todas las cosas.

Avance profundamente al Ahora.

Usted está dejando atrás el mundo mortal de la abstracción mental, del tiempo.

Usted está librándose de la mente loca que le drena la energía vital, y que está envenenando y destruyendo lentamente la Tierra.

Usted está despertando del sueño del tiempo al presente."

Eckhart Tolle - "El poder del ahora"

martes, 19 de junio de 2012

La curvatura del pensamiento


En clave mental, cualquier dirección constituye un círculo.

Para salir de la esfera de nuestra mente, es preciso trazar una línea recta en cualquier dirección... pero recta.

Un pensamiento recto es aquel que evidencia su propia falsedad.

viernes, 8 de junio de 2012

El confín de los sueños (Rep.)

Ocaso sobre el Castillo de Sancti-Petri (Chiclana de la Frontera)


Cuando creí haber despertado, me encontraba entre corales marinos de lunares bermejos, rodeado de exóticos lagartos.

Tal vez -pensé- me haya detenido en la frontera entre el sueño y la vigilia...

Aquellas prehistóricas criaturas parecían vacilar entre continuar acosándome o regresar a la balaustrada del huerto de tomateras en el que habíamos estado el día anterior, al atardecer.

El sol, sin embargo, parecía firme en la elección de su vestimenta habitual para el descenso:

Su descomunal belleza no podía ser superada, ni siquiera en sueños...

sábado, 2 de junio de 2012

Necrológica



-Comandante Arcturus llamando a Siderius XV, Comandante Arcturus a Siderius XV, respondan por favor.


El cristal de la escotilla reflejaba sólo parte de su rostro, pero fue más que suficiente para percatarse de la preocupación que le embargaba en aquel momento.

-Siderius XV, respondan por favor.- Repitió, enfrentándose a continuación al silencio más espectral que había oído jamás en un transmisor.

Al otro lado, la nave se alejaba lentamente, dejando por primera vez al descubierto el puerto de anclaje al que había estado ensamblada la cápsula de salvamento. Había entrado allí hacía escasos minutos para reparar ciertas anomalías en el sistema de guiado autónomo del módulo, y por motivos desconocidos, acababa de activarse el procedimiento de desembarque, quedando a la deriva.

-Pero… ¿qué demonios? ¿Quién ha hecho eso?- Se preguntó en voz alta, mientras se giraba veloz hacia la consola de control manual, empotrada verticalmente en la pared de la cápsula, a un lado de la escotilla.

–Que yo sepa, las rutinas de guiado no enlazan directamente con los protocolos de emergencia… Está claro que debe de haber más de un fallo en el procesador. Tenía que haberlo previsto… ¡¡diablos!!- Gritó para sí, mientras sus dedos golpeaban frenéticamente sobre un pequeño teclado en el que había puesto todas sus expectativas.

Accediendo a los controles de propulsión del módulo, y tras permanecer a la espera unos segundos, respiró profundamente al comprobar en la consola que no había restricción alguna para su uso.

-¡¡Bien!!... vamos allá. A ver… coordenadas relativas…- Levantó rápidamente la cabeza para calcular su posición, y siguió tecleando... –Cinco, dos, ocho. Azimutal, dos, nueve… ya está.- Lanzada la secuencia, quedó expectante tras el cristal a que los propulsores hiciesen lo propio para contrarrestar la distancia hasta el Siderius, visible ya en su totalidad.

Aunque llegó a percibir el giro de los motores de posicionamiento, no pudo corroborar la inversión del movimiento, ni ningún cambio significativo en la trayectoria de la cápsula.

-No puede ser… ¡no responde!- Gritó indignado, antes de volver a teclear aún más efusivamente y asomarse de nuevo al vacío con doble dosis de impaciencia. -¡Muévete de una vez! ¡¡Por el amor de Dios, Siderius, contesten!!

Mirando otra vez por la escotilla, el Siderius se mostraba colosal, alejándose en la vastedad del universo. La percepción fue tal, que por unos instantes venció la sublimidad de la imagen allá proyectada sobre la imprevisibilidad de su destino más inmediato. Por la posición de la nave, los rayos del sol incidían rasantes sobre su superficie metálica, en una sucesión de tonalidades inauditas, que reposaban amigablemente sobre la oscura espaciosidad del vacío cósmico.

Enfocando en corto la mirada, la inquietud impresa en sus facciones le devolvería de nuevo al peligro, tal vez de no contemplar nunca escenas tan bellas...  y se incorporó, cargado de ánimos.

–Tranquilo. Lo último que haré será perder la calma. A bordo deberían estar ya ultimando las maniobras para el rescate. Pronto estaré a salvo.- Pero su mente le daba una de cal y tres de arena... –Sin embargo, ¿por qué no contactan conmigo? ¿Acaso tampoco funciona el transmisor? ¿¿Cómo puede fallar todo a la vez??

En medio de la impotencia, miró a su alrededor. El módulo de emergencia era pequeño y realmente claustrofóbico. Ataviado con infinidad de artilugios colgados por medio de ganchos o sujetos con velcro a sus paredes oblicuas, bien daba la impresión de haberse usado en alguna que otra batalla encarnizada en pro de la supervivencia, por el desorden allí reunido.

-Nada de esto servirá ya, más que para prolongar mi agonía…- Se dijo, y dirigiéndose de nuevo a la abertura de cristal, volvió a contemplar la figura menguante del galeón sideral, alejándose de él despiadadamente.

Fijando su atención en la galería de mando, donde una hilera de paneles translúcidos permitía a la tripulación la observación espacial, pudo distinguir en la lejanía, la imagen de varios sujetos de batas blancas, atareados en alguna labor crítica, a juzgar por su compenetración y rapidez de movimientos. A cierta distancia, otra persona permanecía de pie. Orientada hacia su posición, parecía observarle. Detrás de esta silueta inmóvil, dos criaturas de corta edad jugaban en el suelo, entre objetos de diverso tamaño.

-¡¡Estoy aquí, por lo que más quieran!!- Gritó. Su consternación se había convertido ahora en llanto e impotencia exacerbados.

En su alejamiento del Siderius, la cápsula se había elevado ligeramente, lo que le permitía observar parte de la cubierta de la nave y su estructura multi-radial compuesta por infinitud de prismas cristalinos. La reflexión en ellos del astro rey, le recordó uno de tantos atardeceres contemplados al pie de mares revueltos, entre cuyas agitadas aguas había encontrado la paz, tan ansiada en aquellos instantes.

Y quedó así extasiado entre lágrimas durante largos minutos, ante la misteriosa travesía de un buque tan intrépido, capaz de cortar el vacío con su caprichosa existencia e ímpetu de marchar hacia delante.

De repente, en su ensimismamiento, le sobresaltó la imagen de un objeto esférico rodando sobre la cubierta de la nave, en una extensa superficie coloreada ahora de hierba fresca. Y se dejó llevar, en la apariencia de ver a unos críos, esparciendo su energía en el transcurso de carreras frenéticas. Más acá, sobre un banco de madera añeja, un anciano soltaba su bastón para sujetar cariñosamente las manos de un niño, y le susurraba algo al oído… En otro banco, era un joven quien susurraba apasionados besos a una chica, mientras una mariposa entretejía con sus alas los rayos de un sol caído, atados a la espesura de un roble, al pie del camino. Al otro lado de aquella plaza imaginaria, unos recién casados exhibían sus radiantes vestidos entre carcajadas, bajo interminables fachadas resplandecientes donde un hombre, colgado en las alturas, daba su último brochazo de color, justo antes de sumarse al tumulto.

Ahora, la mariposa reposaba inerte sobre la esbelta curvatura del bastón, apoyado en el banco… en solitario.

Observó la perfección de contornos que le ofrecían sus alas plegadas hacia el cielo. Experimentó su soledad, como nunca antes lo había hecho. Y echando de menos su sombra, proyectada en el infinito de un ocaso eterno, se completó entonces la visión de todo aquello en lo que había creído: arrastrado por la nave menguante, se perdió en la nada.

En algún lugar del universo, una sábana cubría el rostro relajado de un cadáver aún caliente.

-Hora de la muerte… veintiuna treinta y siete. Por favor, informen a su familia. ¿Saben si a su esposa la acompaña alguien más, aparte de sus hijas?

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